Sentido común y prudencia
En 1959, cuando gran parte de la humanidad había superado dos de las peores guerras de la historia, Winston Churchill acuñaba la siguiente moraleja a su obra cumbre (La Segunda Guerra Mundial): “En la guerra: determinación. En la derrota: resistencia. En la victoria: magnanimidad. En la paz: conciliación”. Esta reflexión resulta vigente, oportuna y aplicable a esta nueva realidad que con tenacidad hemos tratado de afrontar en este año de vivir en pandemia.
El anhelo y la nostalgia de días mejores nos han llevado a caer en el error de imaginar que todo tiempo pasado fue mejor. Crecí escuchando historias de mis abuelos y de mi padre sobre las dos Guerras Mundiales; ellos las vivieron y las sufrieron. El siglo XX fue duro e inolvidablemente marcado por esos y otros eventos que afectaron y devastaron al mundo, o al menos a gran parte de él. Lo que hoy vivimos es una muestra más de lo vivido antes. La humanidad ha tenido que encarar siempre desafíos complejos y la superación de los obstáculos más difíciles ha significado la supervivencia del ser humano… una y otra vez. Al pasar este capítulo, nuestros hijos y nietos van a tener muchas historias que contar a las generaciones venideras sobre este evento que, aún más que los anteriores, nos afecta a escala global. Las peores crisis han sido, a largo plazo, jardines de los que florecen de nuevo las personas, las familias, las organizaciones y la sociedad misma.
De igual forma, la actual coyuntura se ha convertido en una oportunidad. Hemos aprendido a lidiar con nosotros mismos en escenarios desconocidos, hemos descubierto nuevas facetas en nuestras familias durante el encierro y, si vivimos solos, el mismo manejo de la soledad absoluta, la cual seguramente no habíamos experimentado. Sin embargo, este tiempo también nos ha permitido vivir de manera plena la unión con nuestros seres queridos, conocer y asimilar herramientas tecnológicas para desarrollar nuevos modelos de desempeño con los cuales muchas organizaciones han crecido, y seguramente, hemos también alcanzado triunfos y éxitos en medio de profundas dificultades.
Los accionistas, empresarios y directivos estamos llamados a ser los protagonistas de este momento histórico. Con fortaleza, perseverancia y prudencia hemos sorteado los que hemos creído los peores momentos de esta tormenta que a veces parece no terminar. Sin embargo, con valentía debemos seguir afrontando las dificultades, pues, aunque los procesos de vacunación iniciaron de manera masiva y sistemática en países como Israel, Reino Unido, Estados Unidos y, como ejemplo cercano, Chile, vemos que la desaparición del virus aún es una realidad que se percibe lejana. Con ello es probable que los mercados tanto locales como extranjeros vuelvan a sufrir cierres y restricciones. Así el panorama y con las enseñanzas recogidas en los últimos trece meses, ¿hemos preparado a nuestras empresas para operar en estos escenarios híbridos?
Si profundizamos un poco más en la obra de Churchill, vemos que de manera reiterativa atribuyó el origen innecesario e irresponsable de la Segunda Guerra Mundial a dos faltas monumentales en los líderes mundiales de los años veinte y treinta del siglo pasado: sentido común y prudencia. De estas grandes virtudes y, por supuesto, de la recta intención en nuestro actuar se derivarán los aciertos y posibles éxitos de nuestras decisiones. En su más reciente carta anual a los CEOs, Larry Fink, Chairman y CEO de BlackRock, invita a las organizaciones a ser verdaderos agentes de cambio en una sociedad que requiere ya no solo de una mirada imprescindible hacia modelos de sostenibilidad sino de propósito, el cual será fundamental para la supervivencia de aquellas organizaciones que, cuando la tormenta amaine, la sociedad enaltecerá.