Una oportunidad para la esperanza
Sin duda son tiempos difíciles y mientras más pasan los días, posiblemente la incertidumbre y la ansiedad aumentan. Las preocupaciones son diversas: la salud, la familia y el trabajo pueden ser las más comunes. Vemos a diario que, en general, la mayoría de la información que nos llega del covid-19 es desalentadora y pareciera que de momento no hay una luz al final del túnel. Sin embargo, y a pesar de las circunstancias que parecen adversas, nos apegamos a un impulso, a una fuerza incontenible que nos ayuda a levantarnos de la cama a diario, que está allí a pesar de las dudas o el agotamiento: la esperanza, haciendo caso al viejo adagio popular, no se ha perdido.
Es entonces cuando decidimos luchar sin importar las adversidades que nos presente la coyuntura actual. Hay quienes han sabido aprovechar las actuales circunstancias para reinventarse, verbo o acción que hasta hace cinco meses éramos pocos los que lo usábamos o vivíamos, porque la pandemia no lo había puesto de moda. No obstante, antes que la reinvención, la reflexión.
Pensemos por un momento: ¿quién, mientras la gran mayoría se reinventa e innova, se enfoca en un direccionamiento estratégico basado en la profunda reflexión porque su vocación empresarial y productiva trasciende la breve situación actual que vive el mundo? ¿Quién espera pacientemente en su casa, gestionando el mediano y largo plazo, mientras concluye que estos cinco, ocho o diez meses de confinamiento no representan ni siquiera el 1% o 2% de su vida entera?
¿Quién se dio cuenta de que su realidad es una de las de mayor privilegio en la actual coyuntura y puede dedicarse, además de trabajar, a disfrutar de un buen libro, una película o de su música favorita mientras se ejercita en las mañanas? A propósito del último cuestionamiento, uno de mis hijos me sorprendió esta semana con la siguiente analogía: el gimnasio puede ser una verdadera tortura durante las primeras semanas. A pesar del desgastante y agotador esfuerzo, no vemos rápidamente que algo cambie. Sin embargo, somos conscientes de que con perseverancia y disciplina obtendremos los resultados más adelante si seguimos las rutinas propuestas con dedicación.
¿Y si lo que estamos viviendo en la actualidad fuera el gimnasio de nuestras vidas? Vale la pena esforzarnos por esos gratos resultados en los meses y años venideros. No estamos solos. Vivimos en sociedad: nuestras familias, equipos directivos y amigos son algunos de esos aliados que probablemente no hemos contemplado para que, en conjunto, salgamos adelante. Pero no solo contamos con los más allegados. Nuestra vida está llena de héroes anónimos que alegraban nuestros días y que hoy vale recordar: las personas con las que trabajamos, empleados, clientes, proveedores. ¿Somos conscientes de su situación económica y social actual? La famosa frase de Michael Porter tiene un sentido literal y cercano; no la idealicemos: “Hay que crear valor económico que genere beneficios sociales más allá de los naturales de la empresa”.
El importante filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila expresó en uno de sus escolios: “La inteligencia tiene hoy el deber de pelear hasta el fin batallas de antemano perdidas”. Tratemos entonces de movernos. Con imaginación, ideas y convicciones profundas construyamos o reconstruyamos las organizaciones y la sociedad que futuras generaciones admiren y agradezcan. Mi invitación hoy es a que no esperemos más para pasar la página, nuestro presente es así y como empresarios o emprendedores debemos construir ya con lo que tenemos.