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martes, 22 de octubre de 2024
Yamid Amat Serna
Probablemente es uno de los objetos que mayor valor oculto tiene, pues, representa una conexión profunda con lo emocional, nos instala con facilidad en la niñez, nos lleva a los amigos de la infancia, a la familia, nos recuerda el olor de la grama fresca, nos vincula con el barrio, con la escuela, con la ilusión, mucho más que un objeto físico, es un catalizador de experiencias humanas tremendamente significativas, alrededor de él se han unido millones de personas de diferentes culturas, con diferentes realidades sociales, su figura provoca cohesión, es quizá la representación más pura de la democracia y la igualdad, desconoce estratos sociales, edades o géneros, es un elemento que libera, que permite soñar con un mañana mejor, que brinda alegría, es una obra de arte que no necesita explicación, su valor va mucho más allá de su costo monetario, su significado, su utilidad simbólica y su función social trascienden: el balón de fútbol, definitivamente lleva la magia del valor oculto en su piel.
En 1995 el club de fútbol Rosario Central, uno de los equipos icónicos de la Argentina, acordó pagar a la modesta academia “El Torito” 26 balones de fútbol a cambio del traspaso uno de sus jugadores, un chico que rozaba los 7 años y llamaba la atención por su estrecha y hábil relación con la pelota, tiempo después el “menudito” y ágil jugador sería transferido al Benfica de Portugal por US$6 millones, luego, al Real Madrid por 25, después, rompió todos los récords de transferencias en el en Manchester United de Inglaterra, por más de US$80 millones de euros, siguió y conquistó París, fue ídolo del PSG que pagó cerca de 70 millones, la suma de sus transacciones supera los US$250 millones, la suma de sus logros es innumerable, el “flaco” o el “fideo” como es conocido Ángel Di María, es el único jugador de fútbol en el mundo que puede decir que el valor de sus goles, como el de su trasferencia inicial, son incuantificables. En 2014 estuvo presente en el marcador y fue elegido el mejor jugador de la final de la Champions League, que su equipo el Real Madrid, ganó gracias a él, con la Argentina la historia es aún más poderosa, marcó el gol con el que ganaron la medalla de oro en los Olímpicos de 2008 en china, anotó 1-0 con que ganaron la copa América 2021 ante Brasil , lo hizo también para ganar “la finalísima” ante Italia en 2022, enfrentamiento entre el mejor de América y el mejor de Europa, y repitió meses después en la final de la copa mundo en Qatar, donde se coronaron campeones.
Esta historia me invita a preguntarme: ¿Cuál es el valor real de las cosas? ¿Cuánto debemos reparar en el valor oculto de las mismas?
Dicen que los 26 balones nunca llegaron a “El Torito” pero si así hubiese sido, llevaban escondido el inmenso valor cierto de su significado y de paso, el de la historia del fútbol argentino y mundial, el deporte de “todos” que hoy se agita entre transferencias escandalosas, jamás puede olvidar el valor oculto de un balón de fútbol y de quienes ven en él más que su futuro, su única opción.
Hoy, me cuesta saber cuánto vale un balón, por todo lo que representa, y claro, cuál era el valor real de aquellos 26.