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Plazas de mercado reviven la esperanza campesina

Ximena Ramírez

Los sabores, olores y texturas del campo, de quienes labran la tierra, se encuentran en todas la ciudades. ¿En dónde? En las plazas de mercado, lugares que han logrado fortalecer el vínculo social y cultural entre el campo y la ciudad, y que se constituyen en pieza fundamental de la actividad económica nacional.

Su atractivo no solo radica en la asequibilidad de los productos por sus cómodos precios. El trato cercano y ligero contrasta con   la interacción social que viene acompañada  de  frases amables como “venga le doy la ñapa vecino” o “mi amor llévelos que están frescos”. Lo cierto es que el rescate de la interacción social de estos establecimientos en donde llegan  a diario los productos cultivados en tierra colombiana, constituyen una luz de esperanza para los pequeños productores que han sido víctimas de los cambios de la actividad comercial que se ha soportado del confort que ofrecen las grandes superficies. 
Es claro que los  productos internacionales ha robado espacio a los campesinos dentro del comercio de alimentos.  Es por eso que hoy estos jugadores olvidados de la economía nacional  basan su futuro en las plazas de mercado, los sitios donde mantienen su estatus de grandes proveedores.  De allí que su fortalecimiento puede ser la receta para aliviar la crisis del agro, pues garantiza la compra de la producción de pequeños  productores y asegura precios más competitivos.