“Volver a lo ancestral me permitió diferenciarme en el mercado”
martes, 22 de octubre de 2013
Teresita Celis
A Marleny Castaño no la desvela el tinto y menos los precios del café. Ella, una cultivadora de 74 años de Córdoba (Quindío), que dice tener con el grano un romance profundo, vende su café a $900.000 la carga, mientras sus colegas no pasan de $600.000, y eso sumando un subsidio que da el Estado.
Llegar a ese precio, que con la actual crisis de ingresos del sector puede envidiar cualquiera, le ha valido a Marleny, simplemente, conservar y cultivar el café como lo hicieron sus ancestros: de manera tradicional y a la antigua.
“Produzco caturra y típica (arábigas) bajo sombrío y sin químicos”, agrega.
En típica, un árbol de porte alto, tiene el 80% de sus 5,9 hectáreas y es de hecho, uno de los pocos cafeteros que en el país tiene en producción esta variedad.
“Con la típica el país alcanzó su prestigio como el productor del café más suave del mundo. Ha permanecido y la han querido eliminar. Pero cómo voy a acabar con un grano que me permite diferenciarme de los demás y destacarme en el mundo del café, porque trabajo 100% para la taza”, dice de manera contundente.
El resultado de ello es que Marleny, quien hace 15 años dejó la ciudad para volver a donde nació: el campo, vende toda su cosecha a Corea. “No salgo a buscarlos, me la compran prácticamente en el cafetal y a más del doble de lo que hoy pagan una carga en el mercado corriente. Lo que hago es recolectarla, hacerle un buen beneficio y entregársela al exportador”, añade.
Por esta razón, dice, nunca se le midió a cultivar variedades innovadoras, que llama raras, aún cuando la típica como la caturra, son altamente susceptibles a la roya. “Lo que he hecho con la roya es manejarla con malicia indígena y observación. En el invierno de 2011, lo que hicimos fue poner el cafetal en cuarentena. Lo dejamos quieto sin movernos entre él. Un café orgánico es más susceptible pero con una buena alimentación se recupera él solo. Aprendimos a vivir con la roya y a lidiarla a mano limpia”, asegura.
Regresar a lo ancestral, con un manejo juicioso del cultivo, es según dice, su clave para lograr el oasis entre un desierto en que se ha convertido la crisis del sector. “Si el ser humano recupera lo tradicional, para diferenciarnos en el mercado mundial, van a venir a buscarnos. Pero cuando nos convertimos en una masa sin sabor, olor y gusto, necesariamente las cosas se ponen como están hoy. Nos dejamos ayudar por la institución cafetera que nos convirtió en eternos menores de edad y no vemos más allá de las narices”, afirma.
A diferencia de lo que muchos observan Marleny sólo ve futuro en el café y asevera que esta crisis hay que convertirla en una oportunidad. “Me metí con tanta pasión en el estudio del café que se convirtió en mi motivación para estar viva. Tengo 74 años y ningún otro proyecto de vida me puede entusiasmar a esta edad. Estoy enamorada del café”, concluye.
Falta explorar más en Cafés especiales
El presidente Ejecutivo de Asoexport, Carlos Ignacio Rojas, señaló que al país sí le ha faltado explorar más en el mercado de los cafés especiales. “Se insistió en desarrollar un modelo desconociendo los cambios en los patrones del consumidor que buscaban calidades y cafés diferenciados”, dijo.
Las opiniones
Carlos Ignacio rojas
Presidente Ejecutivo de Asoexport
“La institucionalizad se empeñó en desarrollar un modelo (café de Colombia) desconociendo cambios en patrones del consumidor final”.
Luis Genaro Muñoz
Gerente General Federación Nacional de Cafeteros
“es la primera vez que en menos de 10 meses el país supera el millón de sacos de cafés especiales exportados”.