Consumo

Confianza, la base para el servicio al cliente

Sandra Patricia Tovar

Los establecimientos de comercio han facilitado el cambio y devolución de sus productos, debido a la complejidad de buscar el regalo adecuado que sea de completo agrado para la persona que lo recibe, es decir, el consumidor final y no el comprador.

Hace un mes me obsequiaron una pashmina que fue comprada en la tienda Falabella de Unicentro en Bogotá, la cual en su momento, decidí cambiar por otro artículo.

Días después me dirigí a esta tienda, fui a una de las cajas y le comenté a la persona encargada sobre el motivo de mi visita. Luego de validar la información me dijo que escogiera otro producto del establecimiento.

Después de unos minutos me interesé por una blusa, pero al intentar realizar el cambio la cajera me informó que tenía un saldo a favor, y que por ésta razón no se podía generar la factura, por lo que me aconsejó comprar otro artículo pagando el excedente o dirigirme a la oficina de servicio al cliente para que me dieran un bono por el mismo valor.

Consideré que la mejor opción era pedir un bono, ya que no necesitaba comprar ningún otro articulo.

En el área dedicada al servicio al cliente tomé un turno y esperé, luego de unos minutos un asesor me atendió, le comenté lo que necesitaba, me recibió la pashmina y se la llevó, cuando volvió me dijo que no se podía realizar la devolución porque según su jefe tenia un “olor extraño”, que lo mejor era lavarla (labor que podría hacer esta tienda para no deteriorar el producto) y traerla otro día para recibir el bono.

Esto me sorprendió, ya que nunca usé la pashmina y siempre estuvo guardada en la bolsa plástica de regalo que la marca Falabella obsequia. Ante esta situación, le pedí que por favor me dejara hablar con su jefe, el señor Rodrigo Marín, a quien le comenté mi caso argumentándole que quizás el olor podría ser por el tipo de bolsa que usan, ya que el producto siempre estuvo allí, pero su posición fue la misma, sin confiar en mi palabra.

Sin más opción decidí volver a la caja, llevar la blusa que había elegido y comprar otro artículo. Le conté a la encargada de la caja lo sucedido y me explicó que el olor probablemente se debía por haber sido guardada en un bolso de cuero.

Finalmente, me fui de la tienda, esperando un poco más sobre el área de atención al cliente, pero agradecida con la persona encargada de la caja, por ayudarme sin ningún problema con la devolución del producto, además de la confianza que ella depositó en mi y su interés en solucionar mi inconveniente.