Economía

América Latina: el corto y largo plazo empiezan al mismo tiempo

Rebeca Grynspan

Como telón de fondo tenemos a una economía global inmersa en un periodo de bajo crecimiento, con un débil dinamismo comercial, baja inversión y una relentización en los mercados emergentes, especialmente China. Esto se ha traducido en un pobre crecimiento en los países latinoamericanos, con una contracción proyectada para 2016 de entre 0.1% y 0.7%.

Esta desaceleración ha empezado a manifestarse en los sectores sociales. La Cepal estima que 7 millones de personas regresaron a la pobreza desde 2014, un retroceso frente a los logros alcanzados en los últimos 15 años en la reducción de la pobreza, la desigualdad y la expansión de la clase media.

Las noticias son sin duda preocupantes. Sin embargo, un pesimismo paralizante puede salirnos muy caro.

A veces se nos olvida, que el corto y el largo plazo empiezan al mismo tiempo. Por lo tanto, aunque debemos navegar la coyuntura actual, no podemos hacerlo a costa de las reformas que son necesarias para asegurar un desarrollo estable, inclusivo y sostenible.

Esto lo ha entendido bien Colombia cuya apuesta por la Paz es sin duda el elemento más importante para unir el presente a un futuro más próspero, más incluyente, más estable. Si duda La Paz de Colombia es de un valor incalculable no sólo para el país sino para toda la región.

Tenemos muchos retos pendientes. La protección de las ganancias sociales debe ser una prioridad, pero también debemos atender las tareas que han sido relegadas, entre ellas la necesidad de un aumento considerable en la productividad de nuestras economías. La brecha de productividad de América Latina respecto de economías más desarrolladas se ha duplicado en los últimos cincuenta años. Para competir exitosamente debemos impulsar una revolución en la productividad a partir de la innovación y desde la juventud, que nos lleve a economías basadas en el conocimiento, en la ciencia y la tecnología, en la investigación, en la innovación y en la diversificación productiva.

Promover estas reformas con un menor margen fiscal constituye un tremendo reto de gestión pública. Pero la responsabilidad no es solo de los gobiernos: se requiere el concurso de toda la sociedad.

Y allí es donde Medellín se presenta como un ejemplo a seguir. Los cambios que debemos emprender solo serán posibles a través de un diálogo mucho más fluido entre el sector público y el sector privado. Se trata de establecer un diálogo sustantivo, que genere la confianza necesaria para por un lado forjar las alianzas público-privadas necesarias y por otro lado recuperar la confianza de la población en el buen manejo de las mismas a través de mayor transparencia y rendición de cuentas. Sólo así podremos mejorar la calidad de la educación y buscar una mejor alineación con el mercado laboral, llevar adelante la construcción de infraestructura, entrar con paso firme a la sociedad del conocimiento y la era digital, o bien lograr la mejora en la calidad de los servicios públicos.

Las Cumbres Iberoamericanas proveen el espacio necesario para entablar y energizar el diálogo público-privado que necesitamos. La XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno el próximo 28 y 29 de octubre en Cartagena de Indias, sienta el marco para el XII Encuentro Empresarial Iberoamericano. “Juventud, Emprendimiento y Educación” cuyo nombre indica la dirección a seguir.

Juventud, emprendimiento y educación son los tres ejes sobre los tenemos que articular una profunda transformación de nuestras economías y de nuestras sociedades. Tenemos que forjar alianzas en las que cada quien haga un aporte, desde su respectivo papel en la sociedad, en la construcción de la Iberoamérica que las nuevas generaciones demandan y merecen. Medellín ha indicado el camino a seguir. Ahora, ¡los esperamos en Cartagena!