Economía

Desde este sábado, los pobladores de Gramalote vuelven al municipio

Colprensa

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La confirmación del primer trasteo de los damnificados por la tragedia que acabó con el pueblo en 2010 fue confirmada por el coordinador de la reconstrucción, por parte de la Gobernación, Carlos Rodríguez.

El funcionario aseguró que los servicios públicos están garantizados, en cumplimiento de los compromisos con la comunidad.

GRAMALOTE, UN PUEBLO QUE VUELVE A EMPEZAR

La tragedia del 16 de diciembre de 2010, que destruyó al municipio de Gramalote, quedará en la memoria de los gramaloteros. Los momentos de dolor, frustración y desesperanza mueren para dar paso al sueño hecho realidad de cientos de habitantes.

El 11 de marzo de 2017 se convertirá en una fecha inolvidable para ellos, pues será el día en que estrenaron casa y pueblo, algo que no todo el mundo puede vivir. Las 600 personas que decidieron regresar, harán parte de la historia de Norte de Santander por su valor para recomenzar, esta vez en tierras más seguras.

Los gramaloteros vuelven a encontrarse, a vivir juntos, compartir nuevas experiencias y a revivivir tradiciones, pero esta vez, en su nuevo pueblo, construido con el esmero y la tecnología que ningún otro municipio de Colombia tiene.

Con el nuevo Gramalote, se devuelven las sonrisas y se aviva la esperanza, porque después de perderlo todo por una falla geológica, de olvidar los malos ratos y recordar los buenos, el pueblo resurge como el ave fénix.

LO QUE QUEDA ATRÁS

En el antiguo Gramalote, en un barrio llamado La Palmita, aún permanecen en pie varias casas, es más, en este sector se reactivó el comercio y viven cerca de 40 familias. Allí también construyen una capilla, pues la comunidad se ha negado a abandonar el antiguo casco urbano porque habían perdido las esperanzas de rehacer sus vidas en un nuevo lugar.

A menos de 10 minutos del antiguo Gramalote, también se encuentran los albergues que fueron habilitados por la diócesis y el Gobierno Nacional para dar un techo a los damnificados con la destrucción, mientras se reconstruía el nuevo municipio. Ahora, quienes estaban hacinados en varios cuartos, vuelven a respirar la paz que solo da la montaña. La tarea, ponerle el alma al nuevo pueblo y reconstruir nuevamente su cultura.