Hacienda

La odisea para conseguir al menos una de las 20.000 monedas de $10.000 de La Pola

La moneda cuesta $10.000, aunque una segunda opción es comprarla por $19.000 con su estuche especial. Foto: La República.

En siete ciudades el Banco de la República está entregando la moneda conmemorativa, una por persona, pero conseguirla no es fácil

Joaquín Mauricio López Bejarano

Solo 20.000 personas podrán decir que en sus casas hay una moneda que conmemora a la que muchos llaman la heroína: Policarpa Salavarrieta, o como es conocida popularmente, La Pola, que ya pasó por el bicentenario con el que se recuerda su ejecución a manos de los conquistadores españoles en 1817.

Por eso, el Banco de la República desde el lunes puso de moda a La Pola, porque ya está en circulación la pieza especial de ese bicentenario que tiene un valor de $10.000, una moneda plateada que solo pesa 21,7 gramos, pero es todo un homenaje a la historia de una de las figuras claves durante la reconquista española. Por la demanda, el Banco estudia emitir más monedas pero aún no toma su decisión final.

Tener esta moneda no es solo un aplauso a Salavarrieta como heroína y su entrega a la causa de la independencia de Colombia, sino también a la reivindicación de la mujer en la historia. ¿Por qué? Por curioso que parece, según Standard Catalog of World Paper Money, sobre un análisis de 1.006 billetes y monedas en el mundo, emitidos entre la segunda mitad del Siglo XX y hasta la fecha, solo 15% llevaba el rostro de una mujer.
Pero no todos se pueden ilusionar con una moneda, es toda una odisea obtenerla.

La dificultad para conseguirla
Mientras el billete de $10.000 con La Pola que empezó a circular en 1995 fue tan común que cualquiera podía comprar con él, la nueva moneda no es igual. Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín, Bucaramanga, Honda y Manizales, son las siete ciudades donde empezó la distribución de la moneda. El mayor obstáculo para quien quiere la moneda con el retrato de Salavarrieta, inspirada en la pintura que hizo en 1855 el pintor José María Espinosa, es uno claro: la fila.

La sede de tesorería del Emisor en la Zona Industrial de Bogotá fue rodeada por una fila que cubría casi dos veces la manzana durante el segundo día de venta de la moneda. Foto: La República

Solo en Bogotá, únicamente está habilitada la sede de Tesorería del Emisor en la Zona Industrial, y ayer miércoles 11 de enero, llegaron más de 2.000 personas, a tal punto que la fila era casi dos veces la manzana de la sede del Banco.

Aunque el Banrep no quiso decir cuántas unidades eran por ciudad, LR sí pudo confirmar que si una persona llegaba a las 8:00 a.m., salía con la moneda hasta las 4:30 p.m., y la jornada podría haber sido mayor, de no ser por quienes tenían que trabajar y no pensaban que iban a tardar tanto tiempo, o los que por el cansancio simplemente desistieron de seguir esperando.

Negocios en las filas
Para muchas personas, hacer una fila por una moneda de este tipo no es una opción, pero también están quienes no quieren esperar y en cambio se la compran a alguien que sí resistió esa jornada de ocho horas.

Los coordinadores de la sede del Banco tuvieron que salir a entregar fichas marcadas para que solo las personas que llegaron temprano lograran comprar la moneda; sin embargo, durante el día hubo colados y propios trabajadores del Emisor permitieron el ingreso a algunas personas que no hicieron cola. Foto: La República

Durante el miércoles, llamó la atención un comerciante bumangués, quien decía que llegó a Bogotá solo por la moneda, por eso les decía a quienes la obtuvieron, ¿Cuánto vale un día de trabajo suyo?, le pago el triple”.
Otras personas, en cambio, que sin saber de qué se trataba la fila y estaban en los alrededores de la sede del banco desde las 7:00 a.m. o antes, simplemente decidieron esperar y vender su puesto a $50.000 e incluso algunos lo compraron por $100.000.

Los peros
Muchos criticaron la logística del Banco, o por ejemplo el personal de la sede que dejó pasar a varios que no hicieron la fila pasadas las 8:30 a.m., pese a los reclamos de la multitud. Igualmente, hasta una vez las personas terminaban la fila se avisaba que no se podía ingresar sin tapabocas o con computadores; esto último afectó a quienes estaban solos y no tenían con quién dejar sus portátiles.

La principal demora está en las filas, los problemas con los colados, al ingresar al Banco, las ventanillas tienen un proceso para comprar la moneda que no es mayor a tres minutos.

La Pola en la historia
Para la historiadora del arte de la U. de Los Andes, María Alejandra Botero Gálviz, "la imagen de Policarpa Salavarrieta, y todo lo que se ha construido a su alrededor a lo largo de más de 200 años y que la convierten en la mujer colombiana más visible de la independencia, no nace solo con los retratos que realizó José María Espinosa. Esta leyenda de La Pola ha recorrido un largo camino para consolidarse en las imágenes que vemos hoy".

Según la historiadora, "la primera vez que se mencionaron sus actos heroicos y su biografía fue en un comunicado junto a un soneto en el Correo del Orinoco en 1820, pero no fue sino hasta 1825 en un óleo anónimo en donde se retrató por primera vez la más temprana imagen de la heroína. La pintura 'Policarpa Salavarrieta marcha al suplicio' de casi un metro por 75 centímetros más que un retrato, es una pintura de escena con errores técnicos como perspectiva y escala acompañada de un texto (práctica corriente de la pintura barroca) que describe la escena antes del sacrificio y se convirtió en una de las primeras pinturas coloniales que no retrataban dignidades virreinales o cadáveres de monjas coronadas sino un tema secular en un espacio público. Y aunque no se alcanza la mayor fidelidad representativa, se logra retratar los valores que consolidaron la imagen colectiva de La Pola que posteriormente se fortalecieron con las diferentes representaciones: heroísmo, dignidad, entereza y compostura".

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