Economía

Pollos del mercado negro son sacrificados en la noche

La frontera con La Guajira es modesta frente al contrabando de pollo y huevo, sobre todo del primero, que entra en grandes cantidades por las rutas y trochas de Norte de Santander.

Por Cúcuta, especialmente por la vía a San Antonio y Ureña, el producto ingresa sin mayores reservas, eso sí bajo la autorización de las llamadas Bacrim como Los Urabeños y Los Rastrojos, que se han posesionado del negocio.

En esta extensa frontera hay alrededor de 16 trochas, la mayoría de ellas habilitadas para el paso de pequeños camiones, motos y maleteros. Por estos senderos se movilizan toneladas de alimentos, según reconoció el propio ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo.

En el caso del pollo, se entra bajo dos modalidades: congelado, que llega a los centros de acopio en Cúcuta, y en pie, a través de camiones que llegan sin mayores restricciones a las plantas de sacrificio, generalmente en horas de la noche. Allí, los animales son procesados y enviados a los centros de consumo, no sólo en Norte de Santander sino en Santander y hasta Barranquilla.

Las Bacrim ponen cadenas y tienen tarifas por kilo de pollo, que oscila entre $1.000 y $1.500 de acuerdo con un informe de inteligencia de carácter confidencial conocido por LR.

¿Pero cómo puede ser negocio esta actividad con una inflación tan alta en el vecino país? Muy sencillo: el diferencial cambiario y los subsidios a la canasta familiar diseñados por la administración del presidente Hugo Chávez.

Por Venezuela entran productos de Ecuador, Argentina, Brasil y hasta de Asia -como sucede con el arroz-, gracias a las millonarias subvenciones venezolanas, financiadas con las divisas del petróleo, cuyas reservas probadas ascienden a 296.500 millones de barriles, según informe de la BP. Entre tanto, las de Colombia solo suman 2.459 millones de barriles.