Bonilla tuvo un "sólido desempeño financiero" en su paso por la Alcaldía de Bogotá

Luego de la decisión de Gustavo Petro de reformar su gabinete ministerial, se dio a conocer el nombre de Ricardo Bonilla como nuevo ministro de la cartera de Hacienda y Crédito Público; funcionario que ha acompañado el presidente en varias ocasiones y que entra en remplazo de José Antonio Ocampo.

Bonilla es un economista bogotano que cursó sus estudios de pregrado en la Universidad Nacional y en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, luego decidió estudiar una especialización en "Economía Industrial y Cambio Mundial" en la Universidad de Rennes de Francia. Se desempeñó como docente la mayor parte de su carrera, pasando la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional en Bogotá y como catedrático de la Universidad Externado, Rosario, Cooperativa, entre otras.

Su carrera como pedagogo se detuvo en 2011 cuando el alcalde recién electo de Bogotá, Gustavo Petro, le confirió el cargo de secretario de Hacienda de Bogotá. En donde se desempeñó hasta 2015, donde cumplió 65 años y no pudo continuar por requisitos de ley, durante este tiempo tuvo un buen desempeño en la creación y formalización del empleo, destacaron los analistas.

"Como alcalde, Petro tuvo una gran rotación de personal en puestos clave, pero nunca se peleó con Bonilla, lo que sugiere que la pareja tiene una relación cercana. En su tiempo como jefe de finanzas de Bogotá, Bonilla supervisó una caída en la carga de la deuda de la ciudad, mientras que Fitch Ratings elogió el 'sólido desempeño financiero' y la 'política de deuda conservadora' de la ciudad." dijo el portal Blooomberg.

En otros cargos, Bonilla recientemente hizo parte del directorio de la distribuidora de gas natural del Grupo Energia Bogotá (GEB) y se venía desempeñando como director del banco estatal de desarrollo Findeter. El economista también ayudó en la formulación de la propuesta económica para candidaturas presidenciales de Petro en 2018 y 2022.

Hoy recibe el Ministerio de Hacienda con un panorama de incertidumbre, inmerso en una alta inflación y con inversionistas extranjeros a la expectativa de lo que pueda pasar con la economía nacional.