Economía

¿Será eterna la frustración con el metro?

LR

Cada vez que el tema vuelve al debate público recordamos las mismas cosas porque verdaderamente son asombrosas. En la primera edición de LA REPÚBLICA, el 6 de marzo de 1954, una pequeña nota al final de la página se destacaba: "Listos los estudios para el Subway de la Capital".

De esa fecha han pasado casi seis décadas y los bogotanos no hemos podido consolidar un proyecto serio para construir un metro como en las grandes capitales del mundo, relegándonos a ser una de las pocas ciudades de más de 9 millones de habitantes que no cuenta con un sistema de transporte masivo como éste. Y el problema no es otro distinto a que los intereses de los políticos, patrocinados por los transportadores anárquicos, se imponen desde hace 60 años.

El anhelo de los capitalinos y de muchos otros colombianos que tienen nexos afectivos, empresariales o políticos con Bogotá, se ha visto frustrado porque nos quedamos enredados en una eterna discusión, siempre pensando en el futuro, sin salir del caos del presente con acciones concretas. Y en medio de ese fatal caldo de cultivo siempre prosperan los intereses de los políticos de turno, quienes piensan más en sus metas personales que en las de la gran ciudad con todos sus habitantes.

Que Bogotá no tenga metro tiene unos responsables históricos que se cambian de año en año, de campaña en campaña. Hay políticos que siguen defendiendo lo indefendible como es que Bogotá no tenga metro, y hay muchos concejales en ejercicio que no son capaces de desligar su gestión a los intereses de los millonarios transportadores que han hecho de Bogotá una ciudad invivible, con malas calles y sin un sistema de metro.

El problema de no tener metro, o mejor aún, la frustración que el tema tiene para la Capital, siempre se aborda desde la gestión de un Alcalde Mayor de turno, pero nunca se le ha pasado la cuenta de cobro a los concejales comprados por los dueños de los buses, que son tan astutos y tan dañinos que han revivido rutas por vías que supuestamente eran exclusivas para el Transmilenio. Siempre la sociedad civil que trabaja por una Bogotá mejor ha pedido que haya un Concejo admirable que vele por la ciudad, pero hoy estamos lejos, muy lejos de que eso suceda.

Que el Concejo no pase de agache en el debate y que Bogotá se de cuenta de que los actuales y los pasados tienen mucho que ver en que el metro siga siendo solo una frustración.