¿Cuándo vamos a dejar de jugar a la política?
viernes, 28 de agosto de 2015
Lilian Mariño Espinosa
Y es que por ejemplo, las medidas tributarias para las empresas petroleras, que eran “urgentes” desde enero y que el presidente, Juan Manuel Santos, había “encargado” a los ministros de Minas, González y de Hacienda, Cárdenas se siguen esperando. Esto, sin contar que las devoluciones de la Dian, que iban a ser fundamentales para entregarle caja a las compañías también continúan en la lista de espera de promesas que más se alarga y parece cada día estar más lejos.
Y entonces la pregunta es: ¿Hasta cuándo Colombia va a seguir jugando partidos políticos, cuando el resto del mundo ya puso la economía por encima del resto de intereses? Es solo observar como la preparación de muchos gobiernos, para la que parece ser la entrada a una nueva crisis, ya puso a unir fuerzas a los que antes ni se hablaban. Rusia, por ejemplo, con su grandes reservas de petróleo, ya ve a sus vecinos chinos e indios como la respuesta a sus plegarias. Y la búsqueda de socios no se queda ahí. “Estamos dispuestos a restaurar en cualquier momento el nivel anterior de cooperación con todos sin excepción, una vez que se hayan saciado de jugar a las sanciones y la confrontación”, fueron las palabras de Vladimir Putin.
Siendo así, es hora de que el Gobierno y el ministro de Hacienda, en cabeza, se pongan la camiseta y entren de una vez en el juego de la economía, además de que ya es justo que dejen de negar los grandes desafíos que estamos enfrentando. Es tal vez la hora justa para que Santos II pase de hablar de resfriados holandeses, a las cifras de capital, los cuales se siguen desviando a Brasil, Chile o México; que en los índices de confianza de la inversión extrajera nos siguen superando por varios puestos.
Así que, Gobierno, los empresarios aplauden las medidas que se han venido dando, no obstante, es hora de prestarle atención a los detalles y dejarnos de dar el lujo de no ser eficientes. Así, tal vez, para 2018 no estaremos buscando a quien comprarle petróleo, gas y el resto de productos que ya importamos, sino que dependeremos aunque sea de nosotros mismos.