“Las brechas entre las mejores y peores universidades son de casi 100 puntos”
martes, 19 de agosto de 2025
Daniel Bogoya presentó un estudio sobre desempeño universitario de las IES más importantes del país en el Saber Pro del año pasado
Daniel Bogoya Maldonado, consultor en educación, presentó recientemente un estudio en el que evaluó el desempeño de las universidades colombianas a partir de los resultados de las pruebas Saber Pro. El análisis realizado reveló que las brechas entre instituciones alcanzan casi 100 puntos.
¿Por qué escogió la media y no el puntaje ponderado que entrega el Icfes?
Escogimos la media porque nos da una idea más clara del comportamiento general de los estudiantes de cada universidad. Sin embargo, no nos limitamos solo a ese dato.
Hay casi 100 puntos entre la primera y la última universidad. ¿Por qué ocurre esto?
Las diferencias son producto de varios factores. Uno es el plan de estudios, que puede ser más o menos exigente y estar más o menos alineado con lo que se evalúa. Otro es el seguimiento individual que se hace al estudiante durante su proceso. Y, por supuesto, el nivel de los profesores es determinante: el alumno tiende a acercarse al nivel de su maestro. Si el docente interpreta, argumenta y reta intelectualmente a sus estudiantes, ellos también lo harán.
Las mejores son de estratos altos; las últimas, de bajos. ¿Cómo romper el ciclo?
El problema es que a los más vulnerables se les ofrecen menos oportunidades de aprendizaje. No se trata de pedirles menos, sino de identificar con precisión el nivel en el que realmente están e iniciar el trabajo desde allí, respetando su zona de desarrollo próximo. Si a un estudiante de nivel básico se le exige de entrada lo mismo que a uno avanzado, lo más probable es que fracase. La clave es un plan de estudios progresivo y adaptado, que no excluya ni deje atrás a quienes parten desde más lejos.
Lectura Crítica mejoró frente a los resultados en los colegios, ¿Por qué?
En la universidad suele trabajarse más la comprensión de textos y el análisis de información, lo que genera mejoras frente a lo que traen del colegio. Sin embargo, lograr lectura crítica, entendida como la capacidad de interrogar y cuestionar lo que se lee, sigue siendo poco común. Y esta ausencia es peligrosa, porque facilita fenómenos como el fundamentalismo y la manipulación, ya que el estudiante no contrasta fuentes ni analiza con la profundidad adecuada.
¿Por qué Escritura es el peor resultado en las pruebas?
En la educación básica, el énfasis suele ponerse en narrar o describir, pero no en argumentar. Cuando el estudiante llega a la universidad, se le pide producir ensayos argumentativos o textos científicos sin haber tenido la práctica suficiente. El resultado es que se enfrentan a tareas complejas sin las herramientas necesarias, y ese déficit se arrastra hasta el final de la carrera.
¿Pasa como en inglés, donde no se puede saltar de A1 a C1?
Exactamente. Tanto en inglés como en la escritura o en cualquier habilidad compleja, hay un proceso gradual; no se pasa de un nivel básico a uno avanzado de un día para otro, se necesita trabajo sistemático y escalonado, con seguimiento y apoyo constante, y con oportunidades de práctica real que consoliden el aprendizaje.
Inglés es el mejor puntaje, pero el bilingüismo nacional es bajo ¿Por qué?
Porque los resultados de las pruebas corresponden a unos 130.000 estudiantes de educación superior en un país de 50 millones de habitantes. Estamos hablando de una muestra altamente selecta, por lo que no representa la realidad del territorio nacional en su conjunto.
¿Por qué el inglés es bajo en universidades medias y bajas?
En algunos casos, hay un discurso institucional en contra del inglés como idioma dominante y se privilegian textos traducidos. Esto limita la exposición real al idioma. Por el contrario, en las universidades donde se promueve la lectura de textos originales en inglés, es más probable que los estudiantes desarrollen un dominio funcional en cuanto al idioma.
¿Publicar artículos mejora la calidad docente?
Sí. El hecho de publicar obliga al profesor a someter su trabajo al escrutinio de pares académicos, lo que exige rigor, argumentación sólida y claridad conceptual. Ese ejercicio fortalece su capacidad para transmitir conocimientos de calidad. En cambio, evitar la publicación y basar la enseñanza en resúmenes o textos muy breves (o, más recientemente, en contenidos generados por inteligencia artificial) empobrece el pensamiento crítico y la coherencia en el discurso académico.