Industria

“Debemos dejar a un lado el mito que la palma de aceite no deja espacio para nada"

Carlo Vigna Taglianti, director general de Poligrow, resaltó que su inversión en la región había superado los $250.000 millones

Cristina Estrada Rudas

Poligrow Colombia, empresa italiana dedicada al cultivo y extracción de aceite de palma en el país, se estableció hace más de 10 años en Mapiripán, Meta, municipio de conflicto y grandes dificultades sociales. Desde entonces, han contribuido al desarrollo de la zona con la creación de una planta eléctrica y la generación de más de 800 empleos. Carlo Vigna Taglianti, director general de la compañía, habló sobre las inversiones realizadas, que hoy ascienden a $250.000 millones, y las proyecciones para este año.

¿Cómo cerraron 2021?
Fue un año positivo por temas de precio y productividad; tuvimos ingresos facturados por $75.0000 millones, un crecimiento del doble frente al año anterior. Y produjimos 17.000 toneladas de aceite.

¿Cuántas hectáreas tienen sembradas?
Tenemos 6.650 hectáreas en palma africana, pero en promedio son 10.000 hectáreas, así que yo siempre digo que tengo 1 millón de palmas de aceite y más o menos 10 millones de árboles naturales; así mismo, tenemos 250 kilómetros de corredores naturales en toda la finca.

LOS CONTRASTES

  • Felipe GarcíaDirector de planeación de Fedepalma

    “La RSE juega un papel fundamental en los cultivos de palma de aceite. A través de ella se pueden mejorar muchas vidas y zonas del país, llevando mejoras de servicios públicos y educación”.

¿Qué están haciendo en temas de sostenibilidad?
En estos años de presencia hemos generado más de 800 empleos directos y formales. Quizás de los proyectos más importantes fue la electrificadora que construimos y financiamos, ya que en Mapiripán no había energía eléctrica. De esta manera, la planta de servicios públicos presta el servicio de energía las 24 horas a todo el casco urbano.

¿A cuánto ascienda la inversión que han realizado?
Bueno, si vamos hablar de la parte eléctrica son varios miles de millones, pero si acogemos a todos los proyectos y gestiones sociales, ambientales y de infraestructura, sería un promedio de $250.000 millones.

¿Es importante para ustedes preservar zonas ambientales?
Nos encontramos en una de las zonas más biodiversas y menos conocidas de Colombia. Tenemos un banco de hábitat que está en proceso de autorización por parte del Misterio de Ambiente, que será el quinto de Colombia y el primero en una zona agroindustrial.

¿Cómo avanzan en el tema de equidad e inclusión?
Tenemos comunicación con las dos comunidades indígenas de nuestra área de influencia. Allí se dio un mecanismo increíble que construimos con la Universidad de Los Andes, que nos indicó cómo debe ser la relación comunidad-empresa. Cada 15 días nos reunimos con los líderes para tratar estos temas y hoy tenemos 50 señoras de la comunidad indígenas, madres cabeza de familia, que trabajan en la empresa.

¿Cuáles son las proyecciones este año?
Pensamos seguir creciendo en números financieros por la dinámica del cultivo y los precios elevado de la materia prima. Hemos terminado una gran inversión en la planta extractora de más de $12.000 millones para tener energía renovable con biofertilizantes, que generará la energía necesaria de todo el núcleo del proyecto, incluyendo la planta extractora.

¿Como les ha afectado el conflicto internacional?
Por un lado, nos impactó positivamente, ya que los precios de los aceites subieron a niveles que ninguno se había imaginado; pero con la crisis de Rusia y Ucrania, la parte de insumos y fertilizantes está complicada y nos ha afectado sobre todo en el tema de disponibilidad. El tema de precios es algo que se irá regulando y tendremos que ir manejando.

Se habla de que los cultivos de palma están desplazando otro tipo de siembras y que están afectando a otras comunidades, ¿qué se puede decir?
Para darte un ejemplo, a pequeña escala de lo que pasa en toda Colombia, en Mapiripán hay 400.000 hectáreas que hacen parte de la frontera agrícola, potencialmente para ser sembradas hay 10.000 hectáreas, de las cuales 6.000 están con palma de aceite; entonces, no debemos ponernos a pensar si hay monocultivos y cómo acabarlos. Debemos pensar que Colombia puede alimentar a el mundo y no en el mito de que la palma de aceite no deja espacio para nada más.

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