“El decreto del arancel 0% cerraría las últimas tres hilanderías que hay en Colombia”
viernes, 21 de noviembre de 2025
Esteban Tobón, vicepresidente de una de las hilanderías más importantes de Colombia, Fabricato, alertó sobre la pérdida de rentabilidad frente a la llegada de más telas
La expedición del Decreto 1197 del 14 de noviembre encendió una pelea abierta en la cadena del Sistema Moda. El Gobierno decidió dejar en arancel cero -por un año- a 10 subpartidas de hilados sintéticos y de algodón provenientes de países sin TLC con Colombia. La medida fue presentada como un impulso a la “Reindustrialización”: reducir costos, sortear desabastecimiento y dar aire a los confeccionistas, que aseguran estar asfixiados por la entrada masiva de ropa terminada y barata.
Pero lo que para los confeccionistas es un alivio, para los hilanderos y exportadores es una amenaza existencial. Y en la mitad, los algodoneros alertan que la medida puede borrarlos del mapa.
El decreto que tumbaría el TLC
El decreto abre un riesgo directo en las exportaciones a Estados Unidos, que representan 31% de las ventas externas del sector.
La entidad lo explica por la regla de origen “yarn-forward” del TLC. Para que una prenda entre a EE.UU. con arancel 0%, el hilado, tejido y confección deben ser originarios de Colombia o de EE.UU. Si una empresa acoge los hilos de la canasta del Decreto 1197 -provenientes de China, India o Pakistán-, la prenda pierde origen y pasaría a pagar aranceles desde 18%.
Las cuentas
Todo terminaría en 18,3% de arancel NMF (nación más favorecida), en promedio, con 10% extra de la tarifa recíproca de 2025, acumularía una carga total de 28,3%.
Ejemplo: una camiseta de US$10 puede entrar con US$1 de arancel si cumple origen, o con US$2,83 si usa hilado importado del decreto: casi el triple. Para AmCham, el riesgo no es menor: pérdida de margen, caída de contratos y posibles sanciones de aduanas de EE.UU. por mal certificar origen.
¿Qué dicen los hilanderos?
Fabricato fue directo. La compañía, que es una de las principales hilanderías del país, alertó sobre el efecto que tendría el decreto en la estructura productiva nacional. La empresa aseguró que Colombia tiene hoy muy pocas textileras activas y que estas ya enfrentan contrabando, dumping y competencia de países con costos laborales y ambientales considerablemente menores.
“Tenemos que cumplir normas laborales, ambientales y tributarias que otros países no cumplen. Es una competencia desigual”, señaló Esteban Tobón, VP de Fabricato.
También cuestionó que la eliminación del arancel sea presentada como una herramienta para enfrentar a plataformas de e-commerce como Shein o Temu, señalando que reducir el arancel a los hilos apenas disminuye 1% del costo final de una prenda. “Eso no compite con camisetas que llegan al país a $8.000 o $10.000. Ni siquiera cubre el costo de la fibra de algodón”, indicó Fabricato.
Del otro lado de la discusión, los confeccionistas -beneficiarios directos del decreto- sostienen que la medida les permite reducir costos en un momento en el que enfrentan la competencia de ropa asiática terminada que ingresa por comercio electrónico, muchas veces a precios difíciles de igualar por la industria local. Mario Hernández dijo que este arancel no afectaba mucho, puesto que el hilo es una parte muy pequeña en la constitución de costos.
“Esto no es que nos haga competitivos, sí, necesitamos materiales para competir con China, pero esto solo baja el precio al hilo, pero no influye mucho al producto”.
Crónica de una muerte anunciada
El impacto también alcanza al sector agrícola. César Pardo, presidente de Conalgodón, aseguró que eliminar 10% de arancel a los hilos de algodón produciría el cierre de las tres hilanderías que sobreviven en el país (Fabricato, Hilanderías Universal y Colhilados), lo que acabaría con el mercado interno para el algodón. Según la agremiación, los productores tendrían que exportar en condiciones más costosas, con un sobre costo estimado de 10 centavos de dólar por libra, equivalente a 13% de los ingresos actuales de los agricultores, en un contexto en el que la libra de algodón ronda los 66 centavos.