Emprendimiento cultural, le mueve la aguja a la economía
martes, 18 de agosto de 2015
María Alejandra Solano Vargas
Crecen solos, a pulso, muchos con las uñas y con los recursos contados para no morir en el intento. Pero eso sí, con una pasión y unas ganas por lo que se hace que resulta difícil detectarles cualquier asomo de amargura. Ellos están detrás de las empresas o emprendimientos alrededor de las expresiones más bellas del ser humano: la cultura, el arte y la creación, traducidas en música, baile, fotografía, cine, y, en fin, en todo aquello que comprometa el cuerpo y los sentidos.
La cultura es una industria que tiene en el conocimiento su principal insumo, que ha crecido en Colombia y que también busca su propio espacio en las cuentas y los presupuestos de los gobiernos locales y en el nacional.
Algunos estudios indican que las industrias cultural aportan al Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia, más de 3%. Y aunque de este movimiento no hay muchas cifras en el país, una muestra de lo que ya alcanza en el mundo señala que por ahí se puede tener una importante fuente de creación de nuevas empresas. El dato es de la Unesco, y aunque se trata de un estudio que compiló cifras hasta 2011, muestra que el comercio mundial de bienes y servicios creativos alcanzó la cifra de US$624.000 millones. Un dato que demuestra que en general el comercio mundial de productos creativos se duplicó de forma sostenida entre 2002 y 2011.
Otra cifra importante ha sido la de las exportaciones de los países en desarrollo, que ha alcanzado una media de crecimiento de 12,1% anual. Hay que reconocer que el Gobierno colombiano ya puso los ojos en esta industria y con entidades como la Financiera de Desarrollo (Findeter) ha colocado líneas de crédito.
Incluso a finales de 2014, el Ministerio de Cultura anunció el trámite de una línea de crédito por $1 billón para apoyar a los emprendedores del sector. Entre las cuentas de esta cartera está que ha acompañado a 300 proyectos con capital semilla. Sin duda, un apoyo importante, pero que debe ser permanente. No puede quedarse en los meros anuncios mediáticos a los que ya estamos acostumbrados.