Escuela Activa, el programa educativo que transforma vidas en Manizales
jueves, 27 de noviembre de 2025
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Más motivación, menos deserción y mejores relaciones en el aula son algunos de los resultados que ya se ven en 22 colegios públicos de la ciudad
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En 2002, Manizales enfrentaba una deserción escolar de 8,2%. El diagnóstico era claro: los estudiantes no se sentían conectados con la escuela. El aula no lograba sostener su atención ni su motivación. A esto se suma una realidad nacional cada vez más crítica. Según cifras del Ministerio de Salud, cerca de 45% de niños y adolescentes en Colombia presenta señales de ansiedad o depresión.
El desafío dejó de ser solo académico. La escuela tenía que convertirse en un espacio donde además de aprender, los estudiantes pudieran gestionar emociones, construir relaciones y desarrollar habilidades para la vida. Así nació Escuela Activa, un modelo pedagógico que hoy se consolida como una de las apuestas más relevantes de la ciudad.
La estrategia, impulsada por la Alcaldía de Manizales en alianza con Fundación Luker y operada por Fundación Cinde, se implementa en 22 instituciones educativas públicas y beneficia cada año a aproximadamente 20.000 estudiantes. El programa trabaja de forma directa sobre competencias como la empatía, la autorregulación, la toma de decisiones y el trabajo colaborativo.
La dinámica del aula cambia por completo. Los estudiantes trabajan en mesas hexagonales, asumen roles rotativos y participan en actividades prácticas, debates, ejercicios colaborativos y experiencias significativas. El objetivo es que cada estudiante aprenda con otros, tome decisiones y entienda el valor de su participación en el grupo.
Este enfoque conecta con las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente la de garantizar una educación gratuita, equitativa y de calidad que forme ciudadanos comprometidos con el desarrollo sostenible.
Voces que evidencian la transformación
Las cifras son importantes, pero las historias muestran el verdadero alcance del programa. Nikol Rivera Londoño, estudiante de grado once, resume su experiencia: "Gracias a Escuela Activa ahora soy totalmente diferente". Según cuenta, antes de entrar al modelo, vivía entre la inseguridad y el aislamiento.
Su experiencia confirma que las habilidades socioemocionales no son un complemento, sino una base para aprender, relacionarse y proyectarse hacia el futuro. El impacto en su autoestima, sus relaciones familiares y su participación en clase refleja lo que ocurre en cientos de jóvenes que hoy se sienten más seguros y más capaces.
Para los docentes, el cambio también se vive de cerca. Carolina Vélez Salazar, del Instituto Latinoamericano, integra cada día un momento de su aula para que los estudiantes hablen de lo que sienten. "Cuando los estudiantes me dicen: gracias por hacerme sentir importante, ahí es donde hacemos una gran diferencia", señala Vélez.
Y reconoce el valor del programa para su labor pedagógica: "Escuela Activa como modelo es una maravilla, porque nos permite estar en interacción constante con los muchachos".
Desde la mirada de las familias, el efecto es igual de visible. Jéssica María López, madre de una estudiante del Colegio San Jorge, destaca el crecimiento emocional y el compromiso de su hija con el liderazgo estudiantil. "Escuela Activa es transformación, los está preparando para un futuro".
Por su parte, Giovanny Celis, rector de la Institución Educativa Gran Colombia, explica que Escuela Activa ha transformado la dinámica educativa de su institución y ha fortalecido el trabajo colaborativo, el liderazgo y las habilidades socioemocionales de los estudiantes. Para él, el mayor impacto se ve en la manera en que los jóvenes se relacionan con su entorno.
"Me inspira tener estudiantes que impacten a su comunidad a través del liderazgo en sus hogares, en los barrios o en las comunidades educativas". También destaca que este enfoque ha logrado vincular más a las familias y ha impulsado proyectos de vida que toman fuerza desde el aula.
A través de Escuela Activa, Manizales avanza con historias de transformación y demuestra que la educación puede reinventarse cuando se pone el foco en las personas, las emociones y la salud mental.