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Vajillas en donde el barro se vuelve arte

Lina Orozco

“Estudié diseño y decoración de interiores y siempre tuve inclinaciones por la cerámica. El proyecto comenzó cuando se me ocurrió hacer una vajilla para la casa que se saliera de lo convencional. Para entonces, ya era ceramista, pero no me había especializado en un producto en específico ”, relata la santandereana.

Fue así como surgió Terracota de Bariri que, con 20 años de existencia, es el sello del que aseguró sentirse muy orgullosa. “Contrario a lo que normalmente la gente asocia, ‘terracota’ no hace referencia al color, sino al significado del término en italiano: ‘tierra cocida’”, refiere.

Actualmente, sus clientes, como señala Bohórquez, son personas que buscan belleza y exclusividad. 

Junto a ella, dos torneros, un pulidor, un empleado que amasa y otro gestor de la logística son los encargados de elaborar interesantes artículos que se convierten en “la envidia de cualquier comedor”.

El proceso de creación de los productos comienza con la alfarería pieza a pieza en un torno, tal como se hacía en las épocas de antaño. La materia prima es traída desde el municipio de Oiba, a cerca de 10 kilómetros de El Socorro. Allí está situada la mina Barro Blanco, de donde es extraído el caolín (barro blanco). Este es procesado previamente con algunos ungüentos o minerales, para otorgarle fortaleza a los elementos.

Luego se espera a que se seque el artículo durante varios días para pulirlo. Después es llevado al horno y vuelve y sale a pulido; para ser pintado y horneado nuevamente. Para una vajilla de seis puestos se emplean alrededor de 20 días en la producción.

“Ya no se trabaja así, porque la labor no es muy lucrativa. Se necesitan manos especializadas, por ello para aprender son indispensables mínimo dos años de práctica. Se trata de un oficio que se está perdiendo, entonces la intención también es mantenerlo, pero dándole a los productos el valor agregado del diseño”, explicó Bohórquez.

Es justamente ese valor agregado por el que el negocio se ha mantenido en el tiempo. “El concepto de originalidad y elegancia constituyen el éxito de este bonito trabajo”, apuntó.

Al respecto, Bohórquez agregó que los compradores tienen la oportunidad de diseñar y personalizar su vajilla. “Nosotros les damos unas cinco opciones y ellos pueden mezclarlas como gusten, en formas de plato hay muchas alternativas también, en dibujos, en colores. Por ello ninguna vajilla es igual a otra, porque entre el cliente y yo como diseñadora le imprimimos autenticidad”.

Clientes y costos del producto hecho a mano 

Las vajillas de Terracota de Bariri son solicitadas para detalles, por ejemplo para matrimonios y regalos empresariales. Se pueden adquirir desde $150.000 el puesto, dependiendo del diseño y las especificaciones. La mayoría son por pedido, aunque tienen puntos de ventas en los aeropuertos de Bucaramanga y Bogotá.

Las opiniones
Laura Piñeres
Arquitecta 
“Adicional a la estructura y diseño de las viviendas, los detalles en cada uno de los espacios son importantes para que el inmueble haga sentir a gusto”.

Sindy Siefken
Diseñadora de interiores

“Las vajillas son la carta de presentación de la mesa. Aportan elegancia y distinción. Entre más interesantes sean los diseños, habrá mayor armonía en el espacio”.