Hacienda
Anuario Ripe 2025
La pirámide demográfica que dejó de ser pirámide
martes, 23 de diciembre de 2025
El rápido envejecimiento y la persistente caída de la natalidad en los países de la Ocde están poniendo en jaque los sistemas de pensiones y obligan a replantear con urgencia los modelos de bienestar
Los países de la Ocde no solo están envejeciendo, sino que lo hacen a un ritmo mucho mayor del que jamás imaginaron. Durante años, los gobiernos se apoyaron en proyecciones que auguraban un repunte de la natalidad, pero ese rebote nunca llegó.
Ahora, sobre los gobiernos cae una realidad cada vez más clara: menos nacimientos, más adultos mayores y una estructura demográfica que cambia más rápido que la capacidad de los Estados para responder. El envejecimiento acelerado y la caída de las tasas de fecundidad están presionando los sistemas pensionales, reduciendo la base de cotizantes y obligando a replantear los modelos de bienestar.
Las cifras que revela la Ocde en su último informe ‘Pensions at a Glance 2025’ son preocupantes: en promedio, por cada 100 personas en edad de trabajar (entre 20 y 64 años), hoy hay 33 mayores de 65 años; esa cifra subirá a 52 en 2050, frente a solo 22 en el año 2000.
El caso más extremo de los países de la Ocde es Corea, donde el aumento previsto roza los 50 puntos en apenas un cuarto de siglo. Grecia, Italia, Polonia, Eslovaquia y España también enfrentarán incrementos superiores a 25 puntos, un salto que reconfigurará sus sistemas de salud, finanzas y mercados laborales.
El problema no es solo que habrá más personas mayores, sino que habrá menos gente trabajando. Se prevé que la población entre 20 y 64 años se reduzca en más de 30% en las próximas cuatro décadas en Estonia, Grecia, Japón, la República Eslovaca y España, y en más de 35% en Italia, Corea, Letonia, Lituania y Polonia.
Mientras tanto, la fecundidad sigue descendiendo. El ideal de familias con menos bebés y más mascotas gana terreno. Esta baja fecundidad compromete la viabilidad de los sistemas de reparto: si la tasa de fertilidad total se mantiene por debajo del umbral de reemplazo poblacional (2,1 hijos por mujer), cada nueva generación será más pequeña, dejando menos trabajadores para sostener a más jubilados. Es una pirámide demográfica que ya dejó de ser pirámide.
Por eso, el desafío también se refleja en el mercado laboral. Las cifras de la Ocde muestran que solo 65,5% de las personas entre 55 y 64 años está trabajando, frente a 82,5% de la población entre 25 y 54 años. Entre los 65 y 69 años, la tasa cae a 25,7%.
La pregunta ya no es si los países lograrán frenar la caída de la natalidad, sino si serán capaces de adaptarse a ella. Por eso, la Ocde advierte que los sistemas de pensiones deben ser lo suficientemente resilientes para operar en un escenario de fertilidad persistentemente baja.
Impulsar el empleo formal ayuda a aliviar la presión sobre los sistemas de pensiones, pero no despeja la incertidumbre sobre la caída de la fecundidad y el rumbo del mercado laboral.
Los gobiernos deben entender que la caída de la natalidad no es solo un fenómeno estadístico, es una advertencia sobre los límites de los modelos actuales. Las reformas tendrá que avanzar más rápido que el propio choque demográfico. Comprender este nuevo panorama y actuar en fusión de él, será decisivo para sostener las sociedades futuras.