Legislación

Construir sobre lo construido

Reuters

Tal vez lo más importante es que la próxima administración mantenga la disposición de diálogo, ese tono conciliador, ese propósito de llegar a consensos y consolidar el camino de crecimiento económico

María Claudia Lacouture

La llegada al poder del presidente electo, Gustavo Petro, constituye un momento histórico para Colombia, no por el simple hecho de que un exguerrillero dirigente de izquierda haya llegado a la Presidencia, sino porque recibió un mandato claro contra la corrupción, la inequidad y la exclusión y porque con su victoria abrió un camino al diálogo con un discurso de unidad y conciliación.

Al margen de lo que dijo el nuevo Presidente antes y después de campaña, de lo que han dicho sus delegatarios durante los empalmes -y que han prendido algunas alarmas-, tal vez lo más importante es que la próxima administración mantenga la disposición de diálogo, ese tono conciliador, ese propósito de llegar a consensos y consolidar el camino de crecimiento económico y justicia social que el país le reclama.

Construir sobre lo construido y establecer una relación sin prevenciones, sincera y abierta con el sector privado, que puede ser su mejor y más fuerte aliado en la tarea de llevar el país hacia el desarrollo sostenible, hacia una paz duradera construida sobre oportunidades, con empleo, mejores servicios y educación universal.

La alianza Aliadas, que reúne a 35 gremios y asociaciones empresariales nacionales, ha propuesto un dialogo que lleve a consensos, que conserve la relación pública-privada para el desarrollo de la nación, para que el empresariado participe de forma activa en ese diálogo propuesto, sin prevenciones, dispuestos todos a escuchar las diferencias, con el objetivo mayor de construir una Colombia sostenible, con equidad y bienestar para todos.

Habrán de cal y de arena, esa es la democracia. Como el recién aprobado en el Senado, sin mayor discusión, del Acuerdo de Escazú, cuyo fin es loable, pero que conlleva el gran riesgo de dejar vacíos jurídicos que permitan a cualquier organización gubernamental o no gubernamental, incluso internacionales, frenar o instaurar posiciones jurídicas en torno a proyectos productivos del país.

Al margen de eso, sí es cierto que el momento actual nos exige cambios de paradigmas, mejoras en el modelo de desarrollo, visiones diferentes para una sociedad más justa. Entramos al siglo 21 con una sensación evidente de que urgían reformas, transformaciones y la mayoría de los electores colombianos decidieron que el encargado de liderar ese cambio era Gustavo Petro. Los empresarios escucharemos, propondremos, participaremos activamente cuando se nos pida y seremos críticos constructivos cuando sea necesario.

El trabajo público-privado es clave, enfocándose en problemas que lleven a soluciones industriales, como lo señala la economista estadounidense Mariana Mazzucato, de quien el nuevo mandatario manifestó que quisiera fuera su asesora de cabecera y quien además afirma que la izquierda se equivoca al pensar primero en la redistribución de la riqueza, cuando lo primero que debe aprender es a crearla. El estado requiere de un aparato productivo sólido y eficiente para acompañar esa creación de riqueza.

Esperamos de Gustavo Petro que construya sobre lo construido, que contribuya a fortalecer la relación público-privada, garantice el crecimiento económico y la inclusión social, fomente la economía de mercado, el libre comercio, la libertad de expresión y trabaje por la innovación, el emprendimiento y en la investigación. Esperamos un dialogo sin prevenciones, que se valore al tejido empresarial como creador de empleo y desarrollo, que mantenga la institucionalidad y la seguridad jurídica, que vele por la modernidad, por las nuevas dinámicas y lidere con todos, con los suyos y los otros, el nuevo rumbo que nos plantea un mundo cambiante.

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