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Líderes y emprendedores se benefician con el impacto de esta iniciativa

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La Cuenta del Mar contribuye para que comunidades que hacen parte del corredor de conservación Sierra Nevada - Ciénaga Grande de Santa Marta impulsen sus negocios

Sebastián Aguirre Eastman

Viajando con Gaby es una agencia de turismo de naturaleza creada por Gabriela Moreno, joven lideresa de la Ciénaga Grande de Santa Marta que en la actualidad ocupa a ocho personas de tiempo completo en un proyecto cuyo modelo es único y diferente en la región, pues le apuesta a un turismo naturaleza sostenible y regenerativo, en el que la premisa es proteger la naturaleza y generar oportunidades y bienestar a las comunidades palafíticas.

Esta empresa comunitaria para la conservación, que tiene el apoyo de La Cuenta del Mar, ofrece un turismo de naturaleza basado en la comunidad, con experiencias relacionadas con el bosque de manglar, el contacto con expresiones culturales de las comunidades anfibias de la ciénaga como su gastronomía, bailes, artesanías, entre otras.

Además, servicios de guianza, alimentación y transporte son atendidos por miembros de la población palafítica, es decir, quienes habitan las viviendas construidas sobre pilotes o palafitos. La mayoría son madres cabezas de hogar o personas desplazadas, a quienes Gabriela acogió en su proyecto y hoy disfrutan de una mejor calidad de vida junto a sus familias.

Cada experiencia que ofrece Viajando con Gaby deja una huella que va más allá de un recuerdo, pues fortalece la identidad, la economía local y el respeto por el ecosistema de la ciénaga y sus especies. Esta es una de las tantas historias que hoy cuentan los líderes y emprendedores de la comunidad que habita la zona de incidencia donde se refleja el impacto social y ambiental que ha tenido la Cuenta del Mar en estos dos años de actividades.

Más historias que inspiran

La Fundación Ambiental Mujeres del Magdalena, Fundamag, completa más de diez años de trabajo incansable por el desarrollo social y ambiental de la región, brindado educación ambiental para niños, la construcción de viveros de manglar, cultivo de plantas medicinales, restauración de ecosistemas y apoyo a familias afectadas por el conflicto armado.

Con el impulso de La Cuenta del Mar, Fundamag ha podido ejecutar acciones que le han permitido empoderar y posicionar a las mujeres como agentes de cambio en este territorio, ya que ellas son las que protegen el bosque, enseñan a los más jóvenes, plantan vida donde hubo degradación y vinculan a las comunidades al cuidado del territorio. Gracias a su trabajo se siembran plántulas de mangle y fortaleciendo conciencia ambiental en torno a la ciénaga.

Una historia similar a la de Mangle Mi Huella Verde, un proyecto que se convirtió en ejemplo de liderazgo de jóvenes y de innovación comunitaria en el corregimiento de Pueblo Viejo, en la Ciénaga Grande. Este proyecto motiva a la comunidad a recoger plásticos de un solo uso que flotan o se acumulan en la ciénaga para transformarlos en una diversidad de productos contribuyendo al reciclaje, la economía azul y la educación sobre el valor del ecosistema de manglar.

Este proyecto, que comenzó como un proyecto social y ambiental, hoy es un negocio de alto impacto, pues genera ventas digitales, trabajo comunitario, conciencia colectiva. Cada objeto producido lleva consigo una historia de regeneración, de cambio, de recuperación de residuos y de dignidad para quienes lo hacen.

También en Pueblo Viejo, en la isla del Rosario de la Ciénaga Grande, Héctor Rodríguez fundó Cría Pez, un emprendimiento de piscicultura y pesca bajo buenas prácticas sostenibles, que surgió como respuesta directa a la problemática ambiental que se presenta en esta ecoregión y que afecta la seguridad alimentaria de sus comunidades.

Estas son solo unas cuantas de las tantas historias que hoy, dos años después de que comenzó actividades La Cuenta del Mar, y con el apoyo de Bancolombia y WWF Colombia, demuestran que sí es posible transformar el mundo y generar acciones propositivas con la naturaleza que modifique nuestros comportamientos para proteger la cultura y conservar los ecosistemas marino-costeros del país, cuya riqueza en biodiversidad es incalculable.

Katherine Ariza representa a las Mujeres Resilientes de Tasajera

En el barrio Adonay de Tasajera, un corregimiento junto a la Ciénaga Grande, 17 mujeres lideresas, madres cabeza de hogar, decidieron tomar las riendas de su destino y del ecosistema que las rodea. Con su Asociación “Mujeres Resilientes de Tasajera - Cultivando Vida”, lideradas por Katherine Ariza, trabajan en viveros de mangle, educación ambiental, recogida de residuos y restauración ecológica. Estas mujeres no solo están sembrando árboles, están sembrando esperanza, cuidando y recuperando su territorio, fortaleciendo sus economías locales.

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