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La hora definitiva de la innovación y del emprendimiento

La necesidad que tiene Colombia de modernizar su aparato productivo es apremiante. Así, también resulta urgente reducir la dependencia de las materias primas como uno de los primeros pasos para avanzar hacia una economía sofisticada y diversa soportada en un tejido empresarial robusto. Muchos países han entendido que para salir avantes ante desafíos como estos, la innovación y el emprendimiento deben ser una apuesta de primer orden en la agenda pública y privada.

Este es el caso de países como Suiza, Suecia, Países Bajos, Estados Unidos y Reino Unido que han potenciado su capacidad de innovación hasta el punto de convertirla en el motor de crecimiento económico y bienestar social. Así lo destacó el más reciente informe del Global Innovation Index que ubica a estas naciones como las más innovadoras del mundo gracias a condiciones favorables en institucionalidad, educación, sofisticación de negocios, infraestructura, inversión en investigación, entre otras. De igual forma, estos países están entre la selecta lista de los más competitivos del mundo.

Solo para dimensionar lo que estas naciones significan para el mundo en innovación y emprendimiento, vale la pena destacar el caso de Suecia. Allí, la promoción ambiciosa de nuevas empresas supera las expectativas frente a un país cuya población no supera los 10 millones de habitantes. Estocolmo es el segundo productor de empresas tecnológicas per cápita después de Silicon Valley. No es coincidencia que Suecia también ocupe los primeros lugares en los índices de calidad de vida en el mundo.

Ahora bien, en este entorno global cambiante que da cuenta de modelos exitosos que transforman economías, ¿en dónde está Colombia? En la última década, el país ha dado los primeros pasos para hacer del emprendimiento y la innovación motores de crecimiento económico. Prueba de esto es iNNpulsa Colombia, entidad del ministerio de Comercio Industria y Turismo creada en 2012 para construir las empresas del futuro (innovadoras y productivas); la política de desarrollo productivo liderada por el Gobierno Nacional - y diseñada entre el sector público y privado- que tiene entre sus ocho ejes clave el emprendimiento y la innovación; y el trabajo articulado entre el Gobierno, las empresas, los gremios y asociaciones, las cámaras de comercio, y otras entidades como el ministerio TIC, Colciencias y el Sena. Hoy, podemos decir que el debate y la dinámica de trabajo en estos temas es diferente a la de hace cinco años.

Por otra parte, los rankings internacionales, como el Global Innovation Index, dan muestra de los avances del país en esta materia (entre 2010 y 2017 Colombia pasó de la casilla 90 a la 65). Sin duda, estos son hechos importantes que nos demuestran que Colombia va por el camino correcto. Pero esto no es suficiente, todavía queda mucho por hacer y aprender; necesitamos aumentar la inversión en emprendimiento e innovación como mecanismo para transformar la cadena productiva y llegar a nuevos mercados.

Es hora de materializar estos recursos, políticas e iniciativas para tener más resultados a través del trabajo conjunto entre sector público, privado y la academia. Un componente transversal para avanzar en este sentido es, sin duda, la transformación de la mentalidad y cultura de los colombianos.

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