Energía

Energía offshore: una puesta en marcha vital

Politécnico Grancolombiano

En América Latina y el Caribe, el Banco Mundial estima un potencial de 8.000 GW, siendo Brasil y Colombia los países que encabezan los esfuerzos en la región

Diana Carolina Barreto

Docente de gestión ambiental del Politécnico Grancolombiano

El mundo está cambiando. La necesidad de explorar nuevas formas de generación de energía impulsa la evolución y la búsqueda constante de fuentes sostenibles que sean compatibles con el ambiente. En este contexto, la energía offshore aprovecha los recursos energéticos disponibles en zonas marítimas con tecnologías que producen energía renovable a partir del viento, olas, mareas o corrientes marinas.

Entre las distintas formas de generación offshore destaca la energía eólica marina, que usa turbinas instaladas en el mar para convertir el viento en electricidad. En América Latina y el Caribe, el Banco Mundial estima un potencial de 8.000 GW, siendo Brasil y Colombia los países que encabezan los esfuerzos en la región. Por su parte, la energía undimotriz, que se origina a partir del movimiento de las olas, tiene un potencial significativo. Su aprovechamiento es ideal en zonas con gran amplitud oceánica, como las costas de América del Norte, Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelanda.

Otra fuente es la energía mareomotriz, basada en el movimiento de las mareas. Su generación requiere turbinas a gran escala y cuenta con infraestructuras avanzadas en Francia, Reino Unido y Noruega. Entre tanto, la energía térmica oceánica aprovecha la diferencia de temperatura entre las aguas superficiales cálidas y las profundas frías para generar energía, esta posee un enorme potencial en países como Colombia, Ecuador, Panamá, República Dominicana y Cuba. Por último, la energía de corrientes marinas usa el movimiento de masas de agua oceánica para accionar turbinas y generar electricidad. En el Caribe, las condiciones de estabilidad y fuerza constante de las corrientes marinas ofrecen oportunidades para su aprovechamiento.

Está claro que las ventajas de la energía offshore son significativas. Su desarrollo puede diversificar la matriz energética global, facilitar la descarbonización en áreas de difícil electrificación y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Más de 70% de la superficie terrestre está cubierta por agua, lo que convierte al océano en un proveedor de recursos renovables. Además, su infraestructura no compite con el uso del suelo, una limitación común en la generación terrestre. También contribuye de manera notable a la reducción de emisiones de GEI. Sin embargo, también enfrenta desafíos importantes. Los costos de instalación y mantenimiento son elevados, ya que las operaciones en el mar son más complejas y costosas. Además, aunque los impactos ambientales suelen ser menores, es fundamental diseñar las instalaciones de manera que no afecten la biodiversidad marina. Asimismo, es necesario garantizar una infraestructura eficiente para transportar la energía generada en el mar hacia la superficie terrestre.

Muchos, se preguntarán: ¿tiene Colombia potencial para el desarrollo de esta energía? La realidad es que hay grandes posibilidades de exploración al tener dos costas y estar en zona tórrida. Sin embargo, lo que podría de alguna manera retrasar esta exploración en nuestro país es la infraestructura, debido a los altos costos que representa su implementación y mantenimiento. Lo cierto es que Colombia ya tiene una hoja de ruta de energía eólica de costa afuera, lo que pone al país un paso adelante importante para posibilitar esta explotación y hacerla realidad. La agenda está abierta para potenciar proyectos flotantes, avanzar en tecnologías marinas más eficientes y consolidar su papel en la transición energética mundial.

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