Análisis

La academia como plataforma para la transición

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Desde la Universidad de América, integramos a nuestra oferta académica algunos programas que fungen como grandes apalancadores

Mario Posada García-Peña

Es indiscutible pensar que el mundo está entrando en un proceso de transición a energías más limpias para cuidar el planeta. El ser humano a lo largo de su existencia ha adecuado su entorno para sobrevivir haciendo uso de diferentes materiales que le ayuden a generar energía, pasando de la leña al carbón, en el siglo XIX, y del carbón al petróleo en el siglo XX. Para los años 2000, el camino ha sido otro, no solo se busca la calidad de vida, sino tener consciencia del mundo que se le dejará a las futuras generaciones. Es así como la sociedad se proyecta hacia la transición a energías alternativas como el hidrógeno, la energía solar térmica y fotovoltaica, la energía eólica, la hidroenergía, la energía de los océanos y la energía geotérmica. Colombia no se queda atrás en esta materia.

Bajo el compromiso de lograr la neutralidad del carbono para 2050, el Congreso de la República en 2021 expidió la Ley de Transición Energética para fomentar el uso de fuentes no convencionales de energía en organizaciones públicas y privadas. Una tendencia, que ya muestra sus frutos, dado que, de acuerdo con el Índice de Transición Energética del Foro Económico Mundial, Colombia es el tercer país en la región que ha realizado más esfuerzos para alcanzar este objetivo con un 65,93%. Hoy, el Estado cuenta con una capacidad energética de 1.365 Mw generados por centrales solares y eólicas y tiene previsto desarrollar más de 4.500 Mw en los próximos años.

El Gobierno actual, de igual manera, ha priorizado este punto en su agenda y durante la Cumbre Mundial de Cambio Climático COP27, realizada hace algunos días en Egipto, anunció los pasos para la construcción de la hoja de ruta para la Transición Energética Justa en Colombia, que pretende diversificar la matriz energética de la nación.

Para tal efecto, los ingenieros de petróleos no deben tener miedo a esta transición, ya que son los grandes protagonistas en este proceso, pues los recursos obtenidos del sector Oil & Gas serán el motor dinamizador para el desarrollo de tecnologías que impulsen de forma acelerada esta transición que sí o sí se tiene que dar para la sostenibilidad del planeta que habitamos.

En este orden de ideas, la academia tiene en sus manos la gran responsabilidad de aportar a este debate y generar nuevo conocimiento alrededor de las energías alternativas para proyectar profesionales con competencias y habilidades aptos para ser protagonistas de primer orden en el proceso de la transición energética. En nuestro caso particular, desde la Universidad de América, integramos a nuestra oferta académica algunos programas que fungen como grandes apalancadores para el gerenciamiento de nuestros yacimientos con el fin de potencializar el recurso y con la implementación de tecnología de punta minimizar los impactos, aumentar las reservas, la producción, la economía y la calidad de vida de las comunidades.

Somos un solo planeta y una sola nación que tiene recursos y biodiversidad más allá de su posibilidad de potenciarlos, y que dispone de la fuerza con la cual ha enfrentado retos en el pasado. Ahora bien, es momento de servir de plataforma para la construcción de la esperanza basada en la ciencia, en el conocimiento, en el deber de ayudar a otros y en caminar hacia un mundo cada vez más sostenible.

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