En el Planetario hay un fragmento de la luna
sábado, 20 de julio de 2019
Han sido muchas personas las que alcanzaron a participar de este magno proyecto, la cifra ronda en más de 400.000
Juan Carlos Cuervo
Existen tantos artículos alrededor del viaje a la Luna como estrellas visibles en una hora nocturna con el ojo desnudo, para comenzar, y por dar tan sólo un ejemplo, en uno de los buscadores más utilizados por los estudiantes universitarios llamado Elsevier, si se escribe Apollo missions en su recuadro, se arroja, entre artículos y libros 1.589 referencias ¿se imaginan?
Así que nos contentaremos, por el momento, en mencionar tan sólo algunos aspectos que pueden llamar nuestra atención dentro del legado en la historia espacial, y dejaremos al lector la libertad de profundizar en otros más.
No olvidemos que han sido muchas personas las que alcanzaron a participar de este magno proyecto, la cifra ronda en más de 400.000, más o menos el equivalente a la población de donde soy oriundo, Manizales.
Pero primero, recordemos que las misiones Apollo fueron el fruto de amores y odios, un contexto tenso entre dos gigantes y una apuesta de un presidente para levantar la moral de su país en medio de varias guerras, tanto al interior como hacia el exterior de su territorio: nos referimos a los Estados Unidos de América y a la antigua Unión Soviética.
Finalizando los años 60 y comenzando los años 70, en la carrera para conquistar el espacio, el principal reto consistía en llevar, descender, tomar muestras, instalar instrumentos, caminar sobre la superficie lunar y, por supuesto, retornar a los viajeros, sin contratiempos.
Se trató entonces de 11 vuelos tripulados encima de un cohete monstruoso de 111 metros de altura llamado Saturno V; para resumir, el programa estadounidense puso en órbita lunar siete misiones, de las cuales seis llegaron a la Luna, donde en cada una caminaron dos hombres para un total de 12 astronautas en todo el programa Apollo.
La misión 11 fue la número cinco en llevar tripulación, la tercera en órbita lunar y la primera en llevar a dos hombres para que dejaran, literalmente, su huella sobre el polvo fino lunar. En el contexto local, para 1969 en Colombia se encontraba como presidente Carlos Lleras Restrepo, quien finalizó su mandato un año después, pero fue su sucesor Misael Pastrana, quien en 1972 recibe uno de los fragmentos traídos de la Luna en dichas misiones, y que actualmente se encuentra exhibida en el Planetario de Bogotá.
Pero no nos quedemos sólo con esta historia, varios colombianos participaron de manera indirecta con este evento: podemos mencionar a Jorge Huertas, neurólogo, quien de acuerdo al expresidente de la Academia de Historia de Bogotá, Luis Henrique Gómez y otros de sus grandes colaboradores, lo mencionan como un científico quien estudió para la Nasa los posibles efectos que sufrirían los astronautas al confinamiento prolongado en cada una de estas misiones.
Igualmente, el arquitecto Gómez nos presenta al jesuíta geofísico colombiano, René Van Hissenhoven como el hombre que calibró los sismógrafos que se ubicarían en la Luna para estudiar los movimientos en su superficie y con ello deducir parte de su estructura interna.
Así, podemos mencionar que en este proyecto tan importante para la humanidad, no sólo bastó con el dinero y la voluntad política de un país en desarrollo, también, por supuesto, la mano de cientos de países, incluyendo al nuestro.