Industria
Ideas para no parar la economía
¡La esperanza es una decisión!
viernes, 28 de abril de 2023
Los líderes, los empresarios y directivos, tenemos el deber moral de sembrar esperanza, el deber de imaginar maneras para superar la adversidad y para ofrecer futuros deseables para nuestros equipos
Alejandro Moreno Salamanca
Atravesamos momentos de profunda incertidumbre y grandes dificultades. Es una realidad que no podemos negar. La inflación en el mundo no da tregua y el comportamiento de las bolsas y de las divisas es errático e impredecible. Asimismo, las tensiones en diversos ámbitos como el político, económico y social nos conducen a escenarios de nerviosismo o pesimismo que hacen difícil ver el futuro con optimismo y, peor aún, con esperanza.
En este sentido, vale la pena tener claro que la esperanza es más que el optimismo. La esperanza es una virtud mientras que el optimismo es un estado de ánimo. Como cualquier virtud, la esperanza es fruto de nuestro actuar. La esperanza es el resultado de la manera en que emocional y racionalmente enfrentamos las dificultades que la vida nos presenta. ¡La esperanza es una decisión! Si bien no podemos escoger muchas de las realidades de nuestra vida, si podemos decidir cómo encararlas. Las circunstancias muchas veces son efectivamente retadoras, más está en nosotros decidir cómo actuar, como decidir por complejo que se vea el panorama.
Sin esperanza es imposible vivir. Como afirmaba Víctor Frankl en el campo de concentración de Auschwitz, «Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino». La libertad interior, la libertad para decidir ver el futuro con esperanza, la libertad para decidir en el presente construir un mejor futuro, nada ni nadie nos la puede arrebatar.
Los líderes, los empresarios y directivos, tenemos el deber moral de sembrar esperanza, el deber de imaginar maneras para superar la adversidad y para ofrecer, en medio de las circunstancias, futuros deseables para nuestros equipos, seguidores y subordinados. Si no tenemos esperanza y certeza de ser capaces de construir un mejor futuro, ¿cómo podemos pretender que nos sigan?
Algunos fatalistas afirman que “todo tiempo pasado fue mejor” y que “la sociedad está en una profunda decadencia”. No estoy de acuerdo. Sí, estamos llenos de incertidumbre en muchos ámbitos de la realidad que vivimos. No obstante, hoy, contamos con más certezas y más logros alcanzados en términos de acceso a la salud, la esperanza de vida y los niveles de bienestar en muchas dimensiones de la vida. Son remotos los casos de muerte por hambre o frío en las calles de los países desarrollados. Y aunque es innegable que en países como Colombia, que aún continúan por la vía de desarrollo aún debemos convivir con realidades muy complejas, el mundo, en general, ha mejorado sus niveles de bienestar.
Si bien es difícil a veces mantener la esperanza en medio de tanta protesta social, también es bueno ver que los reclamos de la opinión pública también son fruto de una profunda preocupación por la justicia. Ciertamente el mundo que nos tocó a nosotros es mucho mejor que el que les tocó a nuestros abuelos, pero, ¿es acaso el mundo actual ideal? Claramente no y todos lo sabemos.
La esperanza como decisión implica tres actitudes. Primero, la gratitud sobre lo que tenemos, que no siempre es fruto exclusivo de nuestro esfuerzo o mérito. Segundo, la reflexión sincera sobre las tareas que como humanidad tenemos pendientes para lograr un mundo aún más justo y humano. Y, en tercer lugar, la decisión personal de poner cada día todo nuestro empeño en lo que está a nuestro alcance para decidir siempre con justicia.