La estrategia venezolana para volver a la escena global desde la gastronomía
jueves, 31 de julio de 2025
Una generación de emprendedores en el mundo de la hospitalidad ahora llaman la atención ante la complejidad del turismo en el vecino país
La situación social y política de Venezuela lo alejó por muchos años del mapa turístico internacional. Las noticias que llegaban desde el Palacio de Miraflores dominaron la agenda global y, desde 2014, los índices de visitantes cayeron de forma constante: el país pasó de recibir millones de turistas que aportaban cerca de 3 puntos al PIB a menos de 0,5%.
Pero la caída no se debe a falta de atractivos. Al contrario, el Salto Ángel, las playas caribeñas del norte, la riqueza de su cocina y los vestigios del desarrollo petrolero eran un imán para viajeros interesados en uno de los territorios más megadiversos del planeta. Las cifras oficiales son fragmentarias, pero el Gobierno proyecta que más de 1,2 millones de extranjeros habrían llegado al cierre de este año, impulsados por emprendedores y empresarios que, pese a las dificultades, apostaron por la hospitalidad.
La gastronomía es un buen ejemplo de este renacer silencioso. Mientras América Latina gana visibilidad en los listados globales de restaurantes, la escena venezolana había permanecido apartada del foco internacional. En Caracas, el joven chef Iván García, por ejemplo, con su restaurante El Bosque Bistró, ha logrado atraer tanto a comensales locales como a turistas extranjeros que buscan descubrir la sazón de la cuna de Simón Bolívar.
García, como otros cocineros que decidieron no migrar, se ha dedicado a releer su tierra con mirada contemporánea. Su propuesta pone en valor un país donde el cacao compite con los mejores del mundo, la pesca es abundante gracias al Caribe, y las frutas exóticas florecen en la extensa Amazonía venezolana. A esto se suma la infraestructura heredada de la industria petrolera, que hoy permite que familias dedicadas a cultivos de caña, frutas y hortalizas puedan abastecer proyectos gastronómicos sin depender de la convulsa agenda política.
Crecimiento de cara a la agricultura regional
De esa visión nació Kilómetro Venezuela, el proyecto bandera de Iván. Con él entendió que la cocina no podía limitarse a los ingredientes que circulan en Caracas, no solo esos de un kilómetro de distancia, “sino en los kilómetros de Venezuela”. Su menú se nutre de la exploración de estados remotos, donde la presencia estatal es débil pero la riqueza agrícola y cultural es inmensa. Así, campesinos, palenques y cocineros dialogan en platos que resumen la diversidad de un país que vuelve a seducir al turismo por la vía del sabor. El plan sigue firme aún con las dificultades del costo de vida y las dinámicas obvias del país.
Una visita a El Bosque Bistró se convierte en todo lo que representa el emprendimiento gastronómico venezolano. Ese que simboliza nuevas generaciones dedicadas a investigar el sabor, aprovechar sus ingredientes y enaltecerlos con técnicas propias y colores que hablan de uno de los países con mayor riqueza natural del mundo.
De hecho, eso impulsó a Iván a conectar su Caracas con el trabajo de agricultores por medio de su plan Kilómetro Venezuela que ahora es un modelo de esfuerzo por promover la tradición agrícola del país con la ventana que da la cocina de El Bosque Bistró.La cocina del restaurante y de Iván, incluso le muestra a sus comensales que Mendoza no es solo el distrito de los mejores vinos del mundo (pues cualquiera pensaría en Argentina), pero el proyecto de Él Bosque recuerda que así se llama también una de las zonas venezolanas más prósperas para trabajar el cacao. Iván toma su carro y sin importar el día o la hora viaja a unas horas de Caracas a hablar con las comunidades que llevan desde el periodo de la conquista trabajando la tierra, esa es su intención de la cocina, recordar lo que tienen y por qué hoy Venezuela está al frente de un nuevo futuro desde la gastronomía.