Legislación

Gracias nueva realidad

Las firmas representadas por sus socios han aprendido que la importancia de un abogado no es llenar un espacio físico

Juan José Oliveros Muñoz

La rigidez de un gremio anclado en el tiempo en sus viejas costumbres como consecuencia de las formalidades impuestas a la profesión, donde la interacción física cliente-abogado inspiraba en la mayoría de ocasiones la confianza para el cierre de un contrato de prestación de servicios legales, cegado por unas instalaciones glamurosas y ejércitos de abogados a su disposición, han quedado en el pasado ante la crisis sanitaria mundial desatada por la pandemia.

Cientos de metros cuadrados quedaron vacíos, mostrando que la infraestructura física de las firmas o bufetes no constituye la esencia de una buena y debida asesoría legal. Aquellas firmas que llevaban la delantera en infraestructura digital y tecnológica, así fuese la más mínima, han visto los réditos de su inversión frente a su competencia más cercana que no le apostó en su momento a la tecnología como futura plataforma para la prestación de servicios legales como el siguiente paso de la evolución.

Aquel cliente acostumbrado a ver personalmente a su abogado de cabecera y su equipo en una misma sala de conferencias, lo ha encontrado pero en un meeting virtual, donde la corbata más fina, el olor a colonia más atrayente y los zapatos más brillantes, no constituyen el corazón de la reunión y la justificación de su contratación, sino por el contrario, la inteligencia, el conocimiento, la capacidad y la experiencia de sus asesores “virtuales” son los verdaderos elementos de la esencia de dicha reunión, su asesoría y su contratación, y que deberían ser considerados siempre los factores determinantes dentro de nuestra profesión.

Esta “nueva realidad” obliga a que el más reacio de los clientes y de los abogados que se resistían a la evolución tecnológica, hayan tenido que reinventarse y aprender forzosamente un mundo aparentemente desconocido, necesario e indispensable para recibir su asesoría, prestar un servicio y hasta poder interactuar constantemente con la nube y a través de las avanzadas aplicaciones de reuniones o “meeting apps”, que de lo contrario harían imposible hoy iniciar, continuar o concluir un negocio y su debido acompañamiento legal.

Las firmas representadas por sus socios y equipos de recursos humanos han aprendido que la importancia de un abogado no es llenar un espacio físico, sino la disposición que tiene el trabajador en desarrollar y ejecutar sus tareas sin importar su locación. La experiencia nos está mostrando que la productividad laboral de los equipos en muchas firmas ha incrementado.

Estos difíciles meses han convencido a muchos que la prestación de sus servicios legales, entre otros servicios, la publicidad y oferta de sus líneas de negocio y la educación de sus actuales y potenciales clientes pueden ser una realidad mediante su reinvención digital, tecnológica y de trabajo a distancia.

Una vez dado este paso en la evolución de los servicios legales por parte de los distintos actores en Colombia, estos deben promover mecanismos que permitan mantener y fomentar su consolidación en la economía nacional para así lograr un eficiente y rentable modelo de negocio en complemento o sustitución parcial o total del modelo tradicional. Pero antes no deben olvidar el factor humano que compone sus empresas, debiendo implementar entre sus asociados y demás trabajadores practicas de salud ocupacional y acompañamiento psicológico que promuevan un bienestar físico y mental para un adecuado trabajo a distancia, dirigido en este momento a evitar mayores niveles de estrés y agotamiento producto del confinamiento. Así mismo, deberán promover herramientas y espacios de interacción entre sus trabajadores con ánimo de mantener las relaciones laborales y personales entre estos, y con sus clientes lograr una adaptación y consolidación de la relación tecnológica cliente-abogado en cuanto a confianza, reserva y seguridad (protección de datos e información digital).

Por el momento ha sido un paso temporal a la prestación de servicios legales a través de medios tecnológicos y digitales y que debe estar llamado a quedarse indefinidamente por cuanto la calidad de los servicios no debe afectarse, incluso debería ser más eficiente. Este modelo de prestación de servicios podría reducir muchos de aquellos costos y gastos fijos inmersos en los honorarios, cuya disminución o eliminación puede consolidar, asegurar y atraer al cliente.

El 2020 se puede definir como el inicio de la flexibilización de la practica legal pero con iguales e incluso mayores estándares en la época de la evolución de la economía digital. Gracias “nueva realidad” por habernos obligado a evolucionar.

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