Análisis

Futuro escrito con seguridad eléctrica

Volvo Cars

En los últimos años hemos sido testigos de una de las transiciones más importantes en cuanto a medios de transporte terrestre: la llegada de los vehículos eléctricos

Alberto Telch

En los últimos años hemos sido testigos de una de las transiciones más importantes en cuanto a medios de transporte terrestre: la llegada de los vehículos eléctricos. Lo que antaño era una idea de ciencia ficción hoy es una tendencia que crece de manera constante al punto de que en Colombia, por ejemplo, ya se ajustan impuestos y proponen incentivos tributarios para quienes los usen y de paso contribuyan a lograr la tan anhelada meta de las emisiones cero.

El impacto de esta tecnología se evidencia en las cifras. En menos de tres años, los eléctricos pasaron a representar 8% del segmento; de hecho, lo anterior se potencia con los datos que arroja Fenalco. Según la Federación, 45% de los consumidores considera que su próxima compra será un vehículo eléctrico. Bastante prometedor. Sin embargo, aunque el cambio es inevitable, hay dos preguntas que persisten entre la opinión pública: ¿existe la infraestructura suficiente para sostener esta tecnología? y ¿qué tan seguros resultan para los conductores los vehículos de este tipo?

Ya que las condiciones en carreteras mejoran con rapidez, paremos por un momento en la segunda interrogante. Aunque la inversión en seguridad ciertamente es una prioridad de todas las marcas, este concepto adquiere otro nivel cuando se piensa de manera integral. Volvo es un gran ejemplo para traer a colación. La compañía no solo destina más de 350 millones de dólares anuales en pruebas que mitiguen riesgos también gracias a un completo equipo de análisis de accidentes con casi 35 años de antigüedad, sino que además articula la investigación con cualidades como la sostenibilidad medioambiental, la durabilidad y al tiempo la accesibilidad para el público.

De ahí que la transición no se reduzca tan solo a cambiar el combustible fósil por la batería eléctrica, sino a garantizar que el vehículo sea un refugio sobre ruedas y una aspiración real para cualquier ciudadano. Esta premisa se basa en la idea de que la tecnología debe estar, sobre todo, al servicio de una buena calidad de vida y no solo del interés económico.

Un país que avanza hacia la movilidad innovadora necesita más que incentivos: requiere evidencia, respaldo y un servicio posventa que acompañe cada decisión. En el Salón del Automóvil 2025 veremos pantallas, lanzamientos, promesas y de seguro muchos interrogantes sobre cuál es la mejor opción a la hora de adquirir un automóvil eléctrico, que prime el criterio por el que una marca como Volvo se ha hecho famosa: precio, calidad y cuidado del usuario. Cada vehículo nuevo que entra al mercado también es una promesa de protección.

El futuro seguro se va a escribir con electricidad, pero solo tendrá sentido si esta funciona dentro de autos que protegerán lo que más importa: la vida.

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