Reforma tributaria 2024

Una dictadura presupuestal y fiscal

Una dictadura presupuestal y fiscal

Juan Alberto Londoño Martínez

Impresentable resulta también que se presente una reforma de esta magnitud con el único propósito de generar espacio de gasto para 2025, año preelectoral, cuando se compran conciencias

Empecemos por los antecedentes. El Ministerio de Hacienda radicó un presupuesto para el año 2025 por $523 billones de los cuales manifestó que 12 de ellos, no tenían fuente de financiación y que por ello radicaría una ley de financiamiento, hasta aquí todo es normal. Sin embargo, cuando se inició el estudio del mencionado presupuesto se evidenciaron dos aspectos que llamaron mucho la atención y generaron gran preocupación. El primero, consistió en que el presupuesto no guardaba relación y congruencia con el Marco Fiscal de Mediano Plazo, lo cual no solamente contraría la ley, sino que más grave aún, pone en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas y, en segundo lugar, que ese presupuesto genera un incremento en los ingresos tributarios de la Nación de 22,5%, esto es mas de 10 veces el crecimiento que tendrá nuestra economía este año.

Ante semejante despropósito y en un hecho sin precedentes, en el seno del Congreso, que siempre ha sido amigo del gasto, un sinnúmero de voces donde vale resaltar a la Comisión IV del Senado y al presidente de esta Corporación Efraín Cepeda, manifestaron su absoluto desacuerdo con el monto propuesto y su intención de reducirlo e incluso de devolverlo al Gobierno, para que efectuara los ajustes correspondientes. Es en este contexto en que, en un gesto absolutamente antidemocrático, nuestro Presidente, contrario a buscar concertación, amenazó con expedirlo por Decreto. No tengo duda de que, por su talante, hoy cuando le nieguen ese absurdo monto del presupuesto, así lo hará.

Impresentable resulta también que se presente una reforma de esta magnitud con el único propósito de generar espacio de gasto para el año 2025, año preelectoral, cuando se compran conciencias y se busca regalar dinero en subsidios mal enfocados y en proyectos mal ejecutados por asociaciones sin ninguna capacidad, con el fin de asegurar los votos que perpetúen el movimiento político que nos tiene sumidos en esta horrible noche.

Frente al articulado del proyecto solo nos queda llorar. Engaña a incautos con el falso discurso de disminuir la tarifa nominal de renta a las empresas, puesto que aumenta el esperpento creado en su anterior reforma que consiste en la imposición de una renta presuntiva a estas, denominada Tasa Mínima de Tributación llevándola a un 20%, afectando en especial a aquellas con bajos márgenes de utilidad. No contento con esto, elimina el mayor mecanismo de formalización que es el régimen simple de tributación, aumentando las cargas tributarias de las Mipyme. No alcanzo a imaginar el efecto agregado que se puede generar si se aprueba su reforma laboral que les incrementará el costo; las acabará.

Por si esto fuera poco, acabará con la inversión, aumentará el impuesto a la ganancia ocasional e incrementará los costos de la energía que pagan las empresas a través del impuesto al carbono. Sin duda las asfixiará. Como estocada final en un acto de absoluta irresponsabilidad pretende generar mayor espacio para el despilfarro de recursos, modificando la regla fiscal y creará un gasto que no se rija por esta, con la excusa de la transición energética. Todo esto con un solo fin, no cumplir con los objetivos de reducción del déficit fiscal, nos obligará a pagar mayores intereses ante la desconfianza frente a su política fiscal. Todo esto sin duda alguna, detendrá nuestro pobre crecimiento y estancará nuestra agonizante economía.

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