Seguros

Riesgos y siniestros

Uno de los problemas más complejos del negocio asegurador es explicar el papel que tienen los seguros

Miguel Gómez Martínez

Uno de los problemas más complejos del negocio asegurador es explicar el papel que tienen los seguros. Muchos piensan que aseguramos siniestros lo cual no es cierto. Nuestra actividad asegura riesgos, que es la posibilidad de que se produzca un siniestro. Son por lo tanto dos cosas bien diferentes. Si asegurásemos siniestros, el negocio no sería viable pues sólo tendríamos pérdidas.

La pandemia es un buen momento para entender la diferencia que hay entre los riesgos y los siniestros. Los seguros de vida cubren la posibilidad de muerte que gravita sobre todos nosotros. En épocas normales, los modelos estadísticos y actuariales pueden calcular, con bastante precisión, cuál es la probabilidad de fallecimiento de una población por grupos de edad, sexo, nivel de ingreso, educación y otras muchas variables.

Sin embargo, en tiempo de pandemia, todos esos cálculos y proyecciones se desfasan, las curvas de mortalidad han cambiado de manera sensible. Tristemente muchos más colombianos, por ahora unos 100.000 más que lo previsto, han sucumbido a esta terrible pandemia. Muchos de ellos tenían seguros de vida o tenían créditos respaldados por seguros de vida lo que implica que si fallecieron los saldos pendientes serán asumidos por las aseguradoras. Se estima que el monto de las pólizas de vida afectadas por el covid-19 podrían superar $1 billón al cierre del 2021.

Los seguros de daños amparan los bienes materiales que tenemos. Por efecto de los hechos violentos que se ha presentado en los últimos meses durante las protestas, miles de bienes han sido afectados. Vehículos, buses, camiones, locales comerciales, agencias bancarias, cajeros electrónicos, estaciones de transporte público, por no mencionar sino algunos, han sido destruidos. Muchos de ellos estaban cubiertos por seguros que, ahora que se han transformado en siniestros, deben ser asumidos por las aseguradoras. A la fecha, los daños reportados a las compañías de seguros superan los $150.000 millones.

En medio de hechos tan delicados como la muerte o la violencia, el seguro adquiere toda su dimensión y significado. Quienes tuvieron la prevención de contratar uno, hoy pueden compensar, siquiera de forma parcial, el dolor de la pérdida irreparable de un ser querido o el daño material sufrido con los recursos que serán reconocidos por el seguro.

El seguro es un instrumento financiero que tiene como objetivo fundamental proteger el patrimonio del asegurado. La pandemia o las crisis como las que estamos viviendo nos recuerdan que los riesgos existen y que nadie puede ignorarlos.

El seguro no evita el siniestro, pero sí amortigua su impacto. No es, como muchos erróneamente lo creen, un lujo innecesario del cual uno puede prescindir.

Muchas personas y empresas han entendido en medio de estos tiempos difíciles que, sin esta protección, los efectos de cualquier hecho imprevisto pueden tener consecuencias devastadoras para la sostenibilidad de las familias o la continuidad de los negocios.

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