"El sector palmicultor se aferra a la sostenibilidad como su principal eje diferencial"
jueves, 31 de julio de 2025
Con 600.000 hectáreas cultivadas, y una producción que en 2024 alcanzó las 1,72 millones de toneladas, el país se consolidó como el cuarto productor mundial en este mercado
Sebastián Aguirre Eastman
El sector palmicultor colombiano se aferra a la sostenibilidad como su principal eje diferencial para destacarse en el mercado global e incrementar su participación. Con 600.000 hectáreas cultivadas, y una producción que en 2024 alcanzó las 1,72 millones de toneladas, el país se consolidó como el cuarto productor mundial en este mercado, pero solo aporta 2% de la producción global, una proporción pequeña para el potencial que tiene la agroindustria nacional.
Lo dice Andrés Felipe García Azuero, director de Sostenibilidad y Acceso a Mercados de Fedepalma, quien afirma que hay ejes pilares claves que sostienen esta apuesta. En primer lugar el económico, al entender que este es un negocio que debe generar valor, rentabilidad y prosperidad a quienes conforman el sector. En segundo término lo ambiental, con una producción armónica con el entorno natural y que reduzca, prevenga y mitigue la contaminación y los gases de efecto invernadero; y tercero, en lo social, con una relación que respete y valore los derechos de los trabajadores y de las comunidades aledañas a sus áreas.
Desde 2017, el sector firmó un Acuerdo de Cero Deforestación respaldado por el Gobierno Nacional y aliados internacionales, y para diciembre de 2024 más de 63% de la producción nacional de aceite de palma provenía de empresas firmantes de este compromiso.
Según el Ideam, entre 2011 y 2021 solo entre 0,4% y 0,8% de la deforestación nacional estuvo asociada a este cultivo. Más recientemente, gracias a una alianza entre Fedepalma y la firma neerlandesa Satelligence se implementó un sistema de monitoreo satelital en tiempo casi real que confirmó que más de 99% de los cultivos de palma en el país están libres de deforestación.
Acciones que impactan
El sector palmero colombiano ha demostrado un compromiso con la sostenibilidad que va más allá de la adopción de mejores prácticas agrícolas e industriales. Este se refleja en la Estrategia de Aceite de Palma Sostenible de Colombia, con sus diez principios en los ejes económico, ambiental y social, que incluye principios como la generación de valor a partir de la biomasa, la cero deforestación y la no sustitución de áreas con alto valor de conservación, promoción y respeto de los Derechos Humanos, entre otros.
El vocero de Fedepalma comparte que la entidad promueve estos tres ejes con acciones como el desarrollo de APS Colombia, un estándar propio de certificación dirigido a los más de 8.000 productores que hay en el país, con énfasis en los de pequeña escala que representan 74% del total. Lo diseñaron de forma que fuera de fácil acceso e implementación, manteniendo la rigurosidad de otras certificaciones.
“El objetivo con esta certificación es que los productores se incorporen a la ruta de sostenibilidad sectorial y que hagan bien las cosas en sus procesos productivos. Eso nos ayuda a diferenciarnos como un origen sostenible en los mercados y conseguir que, mediante el respeto por el entorno, tengamos agroecosistemas vivos y funcionales que impulsan una palmicultura regenerativa, no un monocultivo”, señala García.
Según cifras del mercado internacional de este producto, alrededor de 20% de la producción mundial de aceite de palma está certificada, de la cual solo la mitad se tranzó como certificada, es decir, alguien privilegió y reconoció su valor. Al hacer foco en Colombia, en 2024 la producción total certificada de aceite de palma crudo fue de 32%, mientras que aquella destinada a exportaciones fue de 22%.
“Esto significa que aún hay una distancia grande entre la oferta y demanda de producto certificado. Ese es un reto que debemos afrontar para transformar los sistemas agroalimentarios y consolidar cadenas de suministro sostenibles”, sostiene el vocero de Fedepalma.
Fortalecer el mercado
Por otro lado, para Andrés Felipe García es importante que los transformadores, las diferentes industrias productivas diferentes a la palmicultura y los consumidores sean corresponsables con el impulso del mercado doméstico, respaldando las iniciativas sostenibles que desarrolla el sector e impulsan su productividad.
Entre esos esfuerzos, García destaca el desarrollo de proyectos que promueven el desarrollo y la transferencia de tecnología a través del fortalecimiento de la investigación y extensión agropecuaria que se materializa en procesos de asistencia técnica integral que fortalecen las capacidades de los palmicultores, incrementar su productividad y eficiencia, y reducir su impacto ambiental.
En el mismo sentido, el sector ha reforzado sus procesos de formalización laboral, logrando que más de 86% del empleo directo que se genera en el medio sea formal, impactando en la calidad de vida de los trabajadores y de todas sus familias.
“Formalizarse no es fácil. Tenemos una brecha principalmente en los palmicultores de pequeña escala y en las zonas rurales apartadas, donde se dificulta aún más lograr la afiliación a los diferentes sistemas. El reto es capacitarlos, formarlos y concientizarlos para que entiendan que esta es una forma de mitigar riesgos, pero también de retener talento”, comenta.
Fórmulas ganadoras
En su interés por encontrar nuevos modelos de negocio que incrementen su competitividad, la agroindustria explora oportunidades de desarrollo en la generación de energías renovables que fortalezcan los sectoriales.
También indicó que la palmicultura colombiana ya avanza en el camino para entregarle al mercado una materia prima elegible para el segmento de los combustibles sostenibles para la aviación. Se estima que, para el 2050, la demanda global para suplir esta necesidad alcanzaría 800 millones de toneladas de aceites y grasas.