HACIENDA

Educación, vivienda o gastos varios, los caminos donde más se utilizan las cesantías

Gráfico LR

En Colombia, las cesantías, creadas como un ahorro para enfrentar el desempleo, hoy se usan cada vez más para cubrir gastos diarios

David Alejandro Realpe Iregui

Cada año, millones de trabajadores en Colombia esperan el giro de sus cesantías, un beneficio laboral que debería servir como respaldo ante la pérdida del empleo. Sin embargo, el uso de estos recursos ha ido transformándose, al punto de en muchos casos convertirse en un mecanismo para cubrir necesidades cotidianas o gastos rutinarios. Quizá alguna vez en su cabeza ha rondado la pregunta de, ¿en qué podría gastar las cesantías?

Las cesantías son una prestación social obligatoria que deben pagar los empleadores a sus trabajadores formales en Colombia y que, en un principio, su objetivo era brindar un respaldo económico en momentos de desempleo. “Siempre las cesantías han permitido contar con un colchón de liquidez en momentos de alto estrés financiero, producto de cambios económicos o pérdida de fuentes de ingreso”, dijo Diego Palencia, vicepresidente de investigación y estrategia de Solidus Capital Banca de Inversión.

Sin embargo, tras las reformas laborales de los años noventa, la reglas sobre su uso se fueron cambiando y se han ido flexibilizando. A día de hoy, además del uso que se le daba para el desempleo, puede utilizarse para gastos relacionados con educación, compra o mejora de vivienda y abonos a créditos hipotecarios. “Lo que influye indiscutiblemente es un cuadro de necesidades, lo que usted considere más urgente o si invertir en un inmueble que le dé garantía y seguridad a usted de dónde vivir o si usted quiere invertir en educación”, dijo Henry Amorocho, profesor de Hacienda y Presupuesto de la Universidad del Rosario.

Aunque estas nuevas vigencias son una gran oportunidad para invertir en el bienestar, estabilidad a corto y largo plazo, estos cambios han influido en cómo los colombianos hacen uso de este ahorro. “Debido a que en Colombia básicamente el desempleo friccional, las cesantías se han convertido en un ingreso adicional para para cubrir los gastos que regularmente usted traía”, agregó Amorocho. A pesar de esto, en los últimos tiempos, sobre todo en la pandemia, su rol se ha visto alterado.

A partir de estos cambios, las personas han dedicado estos ingresos para suplir necesidades más inmediatas, como el pago de deudas, gastos familiares o emergencias médicas, ya que, más que como un mecanismo de protección o inversión, factores económicos como inflación han borrado la eficiencia de colchón de liquidez en las cesantías. Para Palencia, después de la pandemia, se ha desdibujado, debido primero a la irracionalidad de las finanzas y la economía, en donde la volatilidad y la incertidumbre han generado mayor inflación; esto ha llevado a muchas personas a recurrir a estos fondos como parte de su flujo de caja inmediato, enfrentando a los hogares a presiones constantes para sostener sus finanzas.

Otro inconveniente frecuente de las cesantías es la falta de información acerca de su uso, los rendimientos que generan, las comisiones asociadas y las posibilidades de inversión a futuro impide que muchos trabajadores tomen decisiones informadas sobre su utilización. En este escenario, distintos expertos coinciden en la necesidad de promover una mayor cultura del ahorro. Las cesantías, como instrumento de protección social, podrían ser más eficaces si los trabajadores contaran con herramientas para entender su funcionamiento.

“Creería que falta más educación y cultura frente al tema porque las cesantías son un ahorro que se deben invertir de manera idónea para que cumplan su funcionalidad de ahí la importancia que las personas valoren este ahorro y lo inviertan de la mejor manera”, dijo Clara Inés Pardo, economista y profesora Universidad del Rosario.

Las cesantías, aunque están diseñadas para servir como un ahorro ante momentos vulnerables, su uso está determinado por las condiciones en las que se encuentra el trabajador. Mientras algunos las destinan a estudios o vivienda, otros las retiran para atender urgencias del día a día dependiendo del contexto individual como nivel de ingresos, estabilidad laboral, edad y nivel educativo reflejando un contexto económico que enfrentan millones de colombianos.

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