Por un crecimiento armónico de la economía colombiana
martes, 26 de noviembre de 2013
Manuel Cabeza Lambán
De pequeños nuestras mamás nos decían a quién debíamos imitar. Los seres humanos y las sociedades siempre hemos buscado alguien a quien imitar, tanto a efectos de puro aprendizaje como de superación.
¿A quién debe imitar la economía colombiana, en qué espejo debe mirarse para continuar en la senda del crecimiento económico y social? La primera reacción es, como de pequeños, de rechazo “no necesito imitar a nadie”, la segunda es la aceptación pero buscando las ventajas que pueda suponer.
En Europa y en España surgió en los años sesenta del siglo pasado un modelo de sociedad a la que imitar: la economía del bienestar para todos los ciudadanos de la socialdemocracia sueca, liderada por Olof Palme, quien había viajado tanto por los Estados Unidos como por el Tercer Mundo y cuyas opiniones se vieron profundamente afectadas por la segregación racial y las desigualdades económico-sociales que vio. En sus distintos puestos del Gobierno y cuando fue Primer Ministro, fue poniendo las bases de lo que luego muchos Estados europeos imitarían. Fueron las cuatro áreas de la economía del bienestar de las que hoy gozamos en Europa y en España: educación, sanidad, pensiones y asistencia a discapacitados, todas ellas gratuitas y universales, financiadas, claro está, con fuertes impuestos de gravamen progresivo a la renta percibida.
Me viene todo esto a la memoria porque estoy examinando las previsiones estimadas de variación del Producto Interior Bruto para 2013 de varios países. Se prevén crecimientos moderados en los países desarrollados. Estados Unidos, 2%, Alemania, tan sólo 0,5%, Japón, 1,4% y Reino Unido 0,8%. Datos aproximados según la fuente consultada. Todos estos países están con grandes ajustes en sus economías, sobre sus déficits y deudas.
En los países emergentes, China crecerá 7,9%, India, 5%, Turquía, 3,7% y México 3,5%. ¿Y Colombia? 4,2%. También estos países están con grandes ajustes en sus economías, pero son ajustes de adaptación al crecimiento y de reacomodo de la manera de estructurar la sociedad. La cuestión siguiente requiere de muchos matices pero ¿qué es preferible, crecer al 7,9% y al 5% como China e India, donde grandes masas de su población quedan al margen de un mínimo bienestar inducido por este crecimiento, o bien crecer a tasas más discretas, como en Colombia, donde, a la par que el crecimiento, vaya fundamentándose un re-equilibrio de las rentas familiares, de las desigualdades, de las ramas de la producción y del acercamiento para todos de la economía del bienestar?
La respuesta es obvia y por esta razón, en varios editoriales de “La República” se insiste en la necesidad de que los Poderes Públicos atiendan al crecimiento armónico de los diferentes sectores económicos, agropecuario, industrial y de servicios, con especial atención al sector agrario, tan castigado en el último año.
En España estamos pagando muy caro el desmesurado crecimiento de un sector -el de construcción-inmobiliario- que aupó la economía nacional a altas cotas de crecimiento, empleo y riqueza para todos y atrajo, durante varios años, a gran cantidad de inmigrantes latinoamericanos y de otros países. El olvido del crecimiento armónico por parte de los políticos de recientes años y la tolerancia de los desmanes bancarios que los acompañaron, ha provocado un ciclo bajista de gran profundidad y larga duración.
En los ciclos de crecimiento, como el actual colombiano, cada grupo o sector económico intenta maximizar en su provecho la riqueza generada. A nivel macroeconómico este es un grave error que sólo puede evitarse tanto por la conducción económica de las Autoridades como por la generosa colaboración de cada gremio o sector.