Finanzas

Hasta el infinito

Reuters

Felipe Campos

El pesimismo en bolsa no es algo con lo que se nace, se hace. No obstante, este rebote es un festejo para el que muy pocos se arreglaron. Los inversionistas somos hijos del mercado en el que crecemos. Así que después de 13 años de desvalorización del dólar y una bolsa completamente plana en los EE.UU. (2000-2013), la respuesta lógica ha sido incredulidad y predicciones de crisis inconclusas.

Y esto, señores, es la principal razón por la que la música no para de sonar. 

Dado que pocos entraron al mercado de acciones en EE.UU. en los últimos años, pocos son los que pueden vender. No importa que los ejercicios de valoración de las mentes más respetadas como Schiller, Hausmann, Icahn y Soros pongan al mercado actual como uno de los más costosos del último siglo. 

La Trumpestad. Entra en escena el nuevo presidente de los EE.UU. Con la elección de Trump y sus planes de grandeza americana (M.A.G.A), lo primero que regresó fue la grandeza bursátil. 

La reducción de impuestos corporativos, la repatriación de utilidades (ejemplo: Apple trayendo billones de dólares del exterior para repartirlo entre sus accionistas), los bancos recobrando la capacidad de especular con su capital y un proyecto de infraestructura por un US$1 trillón. Cada medida elegida especialmente para el menú de los comensales en Wall Street.

No obstante, los optimistas no nacen. Y las dudas regresan. A Trump le están costando “simples” trámites como reemplazar el plan de salud de Obama (Obamacare), la mayoría republicana es débil para medidas de peso y aún ellos exigen balancear los estímulos con mayores ingresos. La única fuente de recaudo en el Trump-radar son impuestos a las importaciones, lo cual es una medida nuclear que acabaría con el comercio global y el crecimiento económico. Todo esto con una Reserva Federal lista a subir tasas hasta que saquen del puesto a Janet Yellen en febrero próximo.

La recesión americana. Al final, el S&P500 no ha cambiado de tendencia y estos grandes ciclos de reposicionamiento, o en otras palabras, lo que tome a los optimistas volver a ser la mayoría, tienden a durar muchos años. El último periodo de acciones al alza en EE.UU. duró desde 1980 hasta 2000, la bolsa subió 1.300% con cuatro descansos temporales de entre 20% y 30%. Tres de estos últimos detonados por recesiones económicas.

Sin saber cuándo terminará el ciclo actual ni cuándo vendrá su primera crisis, nuestra energía seguirá concentrándose en lo segundo. 

Aquí es donde el choque Trump-Yellen cobra relevancia. Tenemos dos grandes fuerzas cósmicas tratando de hacer lo suyo en una economía que ya no tiene espacio para errores. EE.UU. lleva ocho años creciendo y en términos futbolísticos es como un partido que ya llegó al cobro de penaltis. En cualquier momento se acaba.

Por lo tanto, si bien no creemos que el gran ciclo alcista de acciones en EE.UU. haya terminado, sí pensamos que en el segundo semestre de este año y gran parte de 2018 debería entrar a un congelador, producto de una recesión necesaria en EE.UU. en 2018-2019.  Si Trump logra hacer la mitad de lo que promete y evita acabar con el comercio mundial, varias de sus políticas deberían comenzar a ser útiles después en la recuperación.

((Lea:Viaje con un dólar a $2.988 en la próxima Semana Santa))