Hacienda

La irrelevancia de la política monetaria

Pierre Ancines / LR

Tal vez sea lo mejor para la estabilidad macroeconómica tener una junta con “piloto automático”

Guillermo Sinisterra

Recientemente, estuve envuelto en una discusión en la que alguien dijo que la actual junta directiva del Banco de la República era una de las peores que se había conformado en los últimos tiempos y que eso generaba un riesgo para el país. Por peores, se refería al hecho de que solo tres miembros, entre los cuales se encuentra el Ministro de Hacienda y el gerente general del Emisor, tienen título de doctorado, de hecho, de los miembros de dedicación exclusiva de la junta solo uno (Ocampo) tiene doctorado en economía.

Yo trate de defender el hecho de que algunos de los miembros actuales, a pesar de no tener título de doctorado, han ocupado posiciones en donde se llega a comprender lo que se necesita para mantener la estabilidad macroeconómica como lo son viceministerios de Hacienda y superintendencias financieras, tal es el caso de Maiguashca, Soto y Hernández, y otros han hecho carrera dentro del mismo Banco Central, por lo que entienden muy bien su esencia como Zárate y Hernández.

Sin embargo, hay una diferencia grande entre entender cómo funcionan las cosas, lo cual hace un técnico, y poder utilizar la realidad para mejorar las condiciones macroeconómicas del país. Para lo primero los perfiles de la junta actual son perfectos, para lo segundo son insuficientes.

A pesar la gran infraestructura de capital humano altamente calificado con que cuenta el Emisor, según la Ley 31 de 1992, la Junta Directiva es la autoridad monetaria, cambiaria y crediticia del país ¿cómo cumple esas funciones?

En la parte monetaria, la política predominante es de inflación objetivo, es decir que se anuncia una tasa de inflación y se utilizan diferentes instrumentos de política para lograrla, siendo el más importante la tasa de intervención. Esto impone restricciones muy fuertes al uso de instrumentos monetarios, por ejemplo, para reaccionar ante una desaceleración de la economía y mucho menos podría pensar ayudar a generar crecimiento alto y sostenido. Es decir, que en materia monetaria el Banco, sin importar mucho quienes sean sus codirectores o que tanto saben de macroeconomía, tiene poco margen de maniobra.

En materia cambiaria, que ha sido un instrumento efectivamente utilizado por otros países para generar crecimiento económico, predomina el tipo de cambio flexible, lo que quiere decir, que el Banco no interviene en el mercado cambiario de manera activa. Esto es una consecuencia de la implementación de un esquema de inflación objetivo.

Si el Banco Central tuviera que lograr un balance entre inflación y crecimiento económico, sí sería necesario contar en la junta con personas con conocimientos macroeconómicos profundos y oportunos debido a la naturaleza conflictiva entre los dos objetivos. Pero no es así.

En resumen, el grueso de la política monetaria de este país es irrelevante, propende por no tocar la economía a menos que algo extremo ocurra y la historia reciente muestra que aun si algo malo ocurre, el Banco Central ha optado por no intervenir.

Tal vez sea lo mejor para la estabilidad macroeconómica tener una junta de técnicos que tenga un “piloto automático”, que no intervenga en la economía, una junta que no tenga que desarrollar políticas que incentiven el crecimiento o ayuden a salir al país de situaciones de crisis, sino que se preocupen solo por la inflación. Nunca sabremos si es lo mejor, ya que no existe un contra factual para Colombia.

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