EE.UU.

Altos precios de los tampones comienzan a afectar las ventas de empresas del sector

Bloomberg

Los precios de los tampones en EE.UU. han subido 36% en los últimos cinco años, más que la tasa de inflación general

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El uso de tampones está disminuyendo debido al aumento de los precios y a la preocupación por la salud y el medio ambiente. Según la empresa de estudios de consumo Circana, este descenso ha puesto patas arriba el sector del cuidado menstrual, que mueve US$3.500 millones en Estados Unidos.

Playtex afirma que sus ventas unitarias se han mantenido estables en los últimos cinco años. Kimberly-Clark, Procter & Gamble y otras empresas están invirtiendo millones en adquirir nuevas compañías y negocios que fabrican productos alternativos, como ropa interior Thinx y artículos orgánicos para el periodo. Kotex, propiedad de Kimberly-Clark, ha centrado su marketing en nuevas compresas y forros ultrafinos.

"Ya no compro tampones", afirma Christine Chin, de 44 años, que trabaja como directora de programas en Nueva York. "Me motivó el medio ambiente, y luego, desde el punto de vista económico, pensé: 'esto debería funcionar con el tiempo'". Los precios de los tampones en EE.UU. han subido 36% en los últimos cinco años, más que la tasa de inflación general durante ese tiempo, y se venden por aproximadamente un tercio más que las compresas o los forros, según Circana.

Por término medio, las mujeres gastan US$20 al mes en productos para el periodo, casi US$10.000 a lo largo de su vida. Chin dice que ha echado cuentas y se ahorra "cientos" al no comprar tampones. En su lugar, se gastó unos US$40 en una copa menstrual y hace poco compró un par de pares de ropa interior Jockey para el periodo por US$20 cada uno, compras que pueden durar años si se cuidan adecuadamente.

El número de mujeres estadounidenses que declararon haber usado tampones en los últimos seis meses descendió 27% el año pasado respecto a 2010, hasta unos 28 millones, según datos de MRI-Simmons USA, una empresa de investigación sobre el consumo.

La preocupación por la salud también está impulsando el abandono de los tampones. Ya existía una creciente preocupación por la seguridad de estos productos que se introducen en el cuerpo. A principios de este mes, los investigadores anunciaron que habían descubierto metales, incluidos niveles preocupantes de plomo, en las 14 marcas diferentes de tampones vendidas en Estados Unidos y Europa que habían evaluado. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) está examinando el estudio y "tomará todas las medidas necesarias para proteger la salud de los consumidores que utilizan estos productos", declaró Amanda Hils, portavoz de la FDA.

Añadió que todos los productos menstruales están sujetos a normas de calidad y que, aunque la agencia no prueba los productos, "la FDA espera que el fabricante realice las pruebas necesarias para demostrar la seguridad y el rendimiento del dispositivo". Desde los años 70, Estados Unidos regula los tampones como productos sanitarios, lo que obliga a someterlos a pruebas más rigurosas -y costosas-. En 1980, P&G retiró sus tampones superabsorbentes Rely tras relacionarlos con el síndrome de shock tóxico, una infección bacteriana que causó 38 muertes en Estados Unidos. Desde entonces, los tampones ya no se fabrican con materiales de alta absorción como la carboximetilcelulosa y el rayón de poliacrilato. En su lugar, ahora utilizan algodón y rayón.

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