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Arabia Saudita descubre un aliado económico estratégico en el Brasil de Lula da Silva

Fuente: Bloomberg / Gráfico: LR-GR

Su relación comenzó en los años 70 con la exportación de pollos. Ahora, el vínculo es una muestra de como países en desarrollo pueden diversificar lazos comerciales

Bloomberg

Uno es un reino desértico que busca reducir su dependencia de los combustibles fósiles. El otro, una potencia agrícola repleta de minerales. Arabia Saudita y Brasil están separados por miles de kilómetros, pero el destino los está acercando más que nunca.

Su relación comenzó en los años 70 con la exportación de pollos. Ahora, el vínculo es una muestra de como países en desarrollo pueden diversificar lazos comerciales y aislar sus economías del riesgo geopolítico.

China y EE.UU. siguen siendo los socios comerciales más grandes de cada uno de estos países. Pero el comercio bilateral entre el reino y el gigante latinoamericano ascendió a unos US$7.000 millones el año pasado. El Centro de Investigación del Golfo, una organización saudita sin fines de lucro, prevé que esa cifra aumente hasta los US$10.000 millones en 2030, y Brasil ha demostrado constantemente que está dispuesto a profundizar lazos con su pretendiente árabe.

BRF SA, uno de los mayores productores de carne de pollo del mundo, planea inaugurar una nueva planta en Arabia Sauditapara producir localmente por primera vez, según personas familiarizadas con el asunto. Y el fabricante de aviones Embraer SA se ha asociado con el reino para ayudar a desarrollar su industria aeroespacial.

Esta semana, en Río de Janeiro, un instituto respaldado por el fondo soberano saudita Public Investment Fund, el cual tiene más de US$1 billón en activos, celebrará su primera conferencia de inversión centrada en América Latina.

Al acto asistirán el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, y funcionarios sauditas como el presidente del PIF, Yasir Al-Rumayyan. El multimillonario Marcelo Claure también asistirá junto con altos ejecutivos de empresas como la minera Vale SA, el procesador de carne JBS SA y el gigante de la banca digital Nu Holdings Ltd.

Todo forma parte de los planes del príncipe heredero Mohammed bin Salman de transformar al reino, cuya economía se ha centrado en el petróleo, en un hub para todo, desde el turismo hasta la fabricación, los vehículos eléctricos y los deportes.

El fortalecimiento de los lazos con Brasil “nace del deseo de aumentar la relevancia del Sur Global y posicionarlo como un contrapeso al tradicional dominio de EE.UU. y Occidente”, dijo por teléfono Farouk Soussa, economista de Goldman Sachs Group Inc.

El reino busca atraer unos US$100.000 millones de inversión anual extranjera para cumplir este sueño, unas tres veces más de lo que ha conseguido nunca. Ya que esto se ha tomado más tiempo de lo esperado, Arabia Saudita está haciendo un esfuerzo para acelerar el proceso. Por ejemplo, colocó cerca del 60% de un paquete en acciones de la petrolera estatal Saudi Aramco, valorado en US$11.200 millones, entre inversionistas extranjeros.

En las últimas seis semanas, decenas de funcionarios sauditas han visitado desde Asia hasta Norteamérica, promoviendo el reino como un atractivo destino de inversión. Han pasado tiempo en Nueva York, Japón y Hong Kong y también han recibido en Riad a una delegación británica.

La conferencia de Río es prueba de su interés en Latinoamérica. “Brasil tiene muchas industrias complementarias a Arabia Saudita”, afirmó Soussa. “Puede ser un aliado clave en seguridad alimentaria y metales”.

La minería es un área de particular interés. El reino dice tener depósitos de metales valuados en más de US$1,3 billones en sus tierras. La empresa saudita Manara Minerals Investment Co. compró recientemente 10% de la filial de metales básicos de Vale por unos US$2.500 millones. Es la primera gran incursión del reino en el sector metalúrgico mundial y es probable que le sigan otras adquisiciones, ya que Manara ha dicho que busca hacerse con más activos.

Para Lula, quien intenta impulsar el crecimiento de Brasil mediante una política industrial, un aumento de los flujos de inversión sauditas es igualmente atractivo. El presidente visitó el reino en noviembre, mantuvo conversaciones con MBS, como se conoce al príncipe heredero, y dijo en un seminario con empresarios que dentro de una década “Brasil será conocido como la Arabia Saudita de la energía verde”.

La comida es la columna vertebral de la relación. Las exportaciones de Brasil a Arabia Saudita alcanzaron su nivel más alto en 10 años en 2023, y los alimentos representaron alrededor del 90% del total de US$3.200 millones. El reino ha elegido a Brasil como su socio estratégico en el sector, en gran parte a través de PIF y su filial, Saudi Agricultural and Livestock Investment Co, o Salic.

Salic adquirió el año pasado una participación superior al 10% en BRF. El gigante avícola busca aprovechar el reino como un centro para llegar a todo Medio Oriente, dijeron las personas, que hablaron bajo condición de anonimato para discutir las negociaciones privadas.

Producir pollo de forma local será más caro para BRF debido a los costos de importación de maíz y de aire acondicionado para mitigar el clima desértico. Sin embargo, la carne de origen nacional se vende más cara y las condiciones de financiación privilegiadas harán que valga la pena, dijo una de las personas. También existe la posibilidad de elaborar productos de mayor valor agregado.

Aviones y fertilizantes

Brasil es el principal proveedor de alimentos a los países de la Organización de Cooperación Islámica. Envió US$23.400 millones en productos el año pasado, superando a EE.UU., Indonesia y Turquía. Para garantizar la continuidad de ese flujo, Salic también se convirtió en el mayor accionista del productor de carne Minerva SA, con una participación del 30% y un contrato de suministro por el que la empresa saudita podría comprar hasta 25.000 toneladas métricas al año.

Luego están los fertilizantes. La empresa estatal Petroleo Brasileiro SA ha decidido volver a entrar en el mercado, potencialmente con un socio asiático o de Medio Oriente, y Lula insinuó una asociación saudita durante su visita del año pasado. El gigante petrolero confirmó que las negociaciones se encuentran en una fase inicial, sin dar más detalles, pero la aceleración de los proyectos en el sector es una de las exigencias de Lula al nuevo director general de la empresa, quien también estará en la conferencia de Río.

En el sector aeroespacial, Brasil y Arabia Saudita han firmado un acuerdo de cooperación en defensa de cinco años que incluye la transferencia de tecnología y la financiación de sistemas militares.

Embraer, por su parte, tiene un acuerdo provisional con el Centro Nacional de Desarrollo Industrial para la adopción de sus aviones en el reino. También negocia vender 33 aviones a Arabia Saudita y estudia un posible nuevo centro de producción en la región, según informó este mes el diario Folha de S. Paulo.

El plan de transformación del príncipe heredero, conocido como Visión 2030, implica, además de seguridad alimentaria e inversión aeroespacial y en minería, atraer tecnología, capital y mano de obra brasileños para cubrir déficits en infraestructuras, hotelería, vivienda y entretención, entre otros, según BTG Pactual SA.

“Es un país de 36 millones de habitantes con problemas reales que resolver”, afirmó Adriano Borges, socio del banco y quien encabeza la estrategia de inversión del banco en Medio Oriente. BTG abrió hace poco una oficina en Riad.

También hay un impulso de inversión más amplio. Una empresa respaldada por Claure, antiguo ejecutivo de SoftBank Group Corp., está en conversaciones con inversionistas sauditas para lanzar un fondo de US$600 millones destinado a los sectores climático y energético de Brasil. Y Patria Investments Ltd., una de las mayores gestoras de activos alternativos de América Latina, está trabajando con las empresas en su cartera para invertir en el reino.

“No se trata sólo de que nosotros recibamos capital como Brasil, o Patria como gestora de activos, sino de un intercambio de capital”, declaró el lunes Alexandre Saigh, director ejecutivo de Patria, en una entrevista telefónica.

Por ahora, Arabia Saudita está invirtiendo más en Brasil que al revés. El gigante latinoamericano recibió US$1.000 millones del reino en 2022, mientras que sólo invirtió US$300 millones allí, según la Cámara de Comercio Árabe-Brasileña.

“A largo plazo, podríamos ver más IED de Brasil entrando en el reino”, dijo Hannan Alghamdi, quien estudia las relaciones regionales con América Latina en el Centro de Investigación del Golfo. “Hay interés y potencial, pero no creo que ocurra hasta dentro de unos años”.

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