Así se negoció la libertad para el periodista del Wall Street Journal, Evan Gershkovich
viernes, 2 de agosto de 2024
El periodista del WSJ que apresó Rusia, hizo parte ayer del mayor intercambio de presos políticos que no se veía entre el Kremlin y países de Occidente desde la guerra fría
Un día atípico para las relaciones entre Washington y Moscú. Ayer, el periodista de The Wall Street Journal, Evan Gershkovich y el ex infante de marina, Paul Whelan figuraron entre los 26 ciudadanos de Estados Unidos, Rusia y varios de sus aliados que fueron liberados por parte y parte, en lo que los medios llamaron “el mayor intercambio de prisioneros desde la Guerra Fría”.
Evan llevaba 491 días detenido en Moscú bajo los cargos de conspiración y espionaje. Pero mientras él era liberado en Rusia, se producían movimientos de otros presos políticos en EE.UU., y algunos de Europa. Uno de esos nombres era Vadim Krasikov, quien estaba reseñado por los alemanes como un asesino a sueldo profesional que había matado a tiros a un exiliado a plena luz del día en un parque de Berlín. Era el hombre Vladímir Putin quería de nuevo en Moscú.
WSJ informó que el acuerdo por las liberaciones fue producto no solo de mensajes que llevaban diplomáticos y espías desde Occidente hasta Rusia, sino de intervenciones secretas de las filas de presentadores de televisión en horario de máxima audiencia, multimillonarios de Silicon Valley y oligarcas rusos. “Un dúo formado por Tucker Carlson y Hillary Clinton había desempeñado papeles secundarios para impulsar las conversaciones” dicen las notas.
Para responder a Putin, el Departamento de Estado designó una oficina entera de aproximadamente dos docenas de personas, encabezada por un ex Boina Verde que viajaba por Europa y Oriente Medio para explorar intercambios de prisioneros que pudieran liberar a Gershkovich y otros.
Mientras todo se daba, el periodista pasaba 23 horas al día en régimen de aislamiento en una celda de 2,70 por 3,60 metros de Lefortovo, a las afueras de Moscú, una prisión gestionada por el Servicio Federal de Seguridad, FSB y diseñada para que sus reclusos se sintieran completamente solos. “Sus pasillos estériles eran desconcertantemente silenciosos, salvo por el eco de los portazos de las celdas y el tintineo de las llaves de los guardias” anotó el periódico estadounidense.