Autoridades francesas temen nuevos disturbios mientras perdure la ira de los "chalecos amarillos"
jueves, 6 de diciembre de 2018
Las manifestaciones se convirtieron rápidamente en una rebelión más amplia, a veces violenta, contra Macron
Reuters
Las autoridades francesas están preocupadas de que otra ola de violencia y disturbios sea desatada en París este fin de semana por un núcleo duro de los "chalecos amarillos", dijo el jueves un funcionario de la presidencia de ese país.
A pesar de capitular esta semana respecto a un plan para imponer nuevos impuestos a los combustibles que inspiró una revuelta a nivel nacional, el presidente Emmanuel Macron ha tenido problemas para sofocar la ira que llevó a la peor agitación en las calles en el centro de París desde 1968.
Los manifestantes incendiaron automóviles, rompieron ventanales, saquearon tiendas y escribieron consignas en contra de Macron en algunos de los distritos más prósperos de París, incluso en el Arco del Triunfo. Decenas de personas resultaron heridas y cientos fueron arrestadas en los enfrentamientos con la policía.
El primer ministro Edouard Philippe anunció a última hora del miércoles que el Gobierno descartó un aumento al impuesto sobre los combustibles previstos para 2019 tras anunciar una suspensión de seis meses el día anterior, en un intento desesperado por desactivar la peor crisis de la presidencia de Macron.
El funcionario del Elíseo dijo que los servicios de inteligencia sugirieron que algunos manifestantes llegarán a la capital "para realizar actos vandálicos y matar" este fin de semana.
La amenaza de una nueva ola de violencia plantea una pesadilla de seguridad para las autoridades francesas, que hacen una distinción entre los manifestantes pacíficos de los "chalecos amarillos" y los grupos violentos, anarquistas y de saqueadores provenientes de los suburbios y que, aseguran, se han infiltrado en el movimiento.
Las protestas de los "chalecos amarillos", un movimiento llamado así por las chaquetas fluorescentes que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, estallaron en noviembre debido al ajuste presupuestario que han debido enfrentar muchas familias por los impuestos a los combustibles.
Las manifestaciones se convirtieron rápidamente en una rebelión más amplia, a veces violenta, contra Macron, y no cuentan con un líder formal.
El ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, instó a las personas a quedarse en casa durante el fin de semana. Fuentes de seguridad dijeron que el Gobierno está considerando usar tropas antiterroristas para proteger los edificios públicos.