Cómo combatir el autosabotaje profesional debido a los nuevos modelos de trabajo
miércoles, 7 de septiembre de 2022
Los nuevos modelos de trabajo y de relación entre empleado y empleador conviene evitar situaciones de autosabotaje
Expansión - Madrid
Mostrar resultados, adquirir una nueva visibilidad, competir en un mercado laboral hipercompetitivo o adaptarse a nuevas fórmulas de valoración y recompensa son factores imprescindibles, más aún en un escenario laboral volátil, dominado por los modelos híbridos, en el que cambian las exigencias de los empleadores y en el que estamos obligados a actualizarnos para nuevas carreras y puestos, adelantándonos a los cambios del mercado.
La lista puede ser interminable e incluye sabotajes laborales que podemos hacernos a nosotros mismos y que son muy evidentes, otros no lo son tanto:
Cenizos y 'suicidas' profesionales
Igual que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, habla del señor Mopongo para referirse al líder del PP, los expertos catalogan de autosabotaje profesional -muy evidente- la actitud del cenizo que habla mal de todo y de todos sin ofrecer soluciones.
Este NoNoNo (no me gusta, no hago...) es propio de un profesional al que todos prefieren evitar. Aunque la crítica es admisible, no lo es tanto la conducta del que se mueve en el plano de no hago nada y no hablo bien de nadie. Anteponer la crítica a cualquier otro tipo de actividad es propio del pesimista que lo ve todo mal.
Usted no ganará nada si es de los que se lamentan todo el día. Al final, uno se cree realmente que está amargado. Tampoco le compensa ser de la clase de profesionales que crean más conflictos de los que son capaces de resolver.
En esta línea de suicidios profesionales evidentes está asimismo el vómito tóxico o sincericidio, que tiene que ver con lo que toda la vida se ha llamado despacharse a gusto. Esta modalidad de autosabotaje profesional es propia del que habla con demasiada sinceridad a su jefe o a sus compañeros, diciendo lo que piensa. Sin filtro.
Este tipo de desahogo implica un grave riesgo, y más si la queja excesiva no tiene que ver con la asertividad. Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, cree que "nadie debería ocultar nada en su trabajo para que le fuera bien si nos midieran exclusivamente por nuestros resultados. Pero una cosa es ser sincero y otra bien distinta es el sincericidio".
Presumir de lo que puede destruirnos
Guillem Recolons, socio de Soymimarca, recuerda que "nunca antes habíamos tenido tantas posibilidades de compartir quiénes y cómo somos, y cuál es nuestra propuesta de valor profesional". El problema está en usar el relato profesional poniendo nuestro pasado en contradicción con el presente.
Nuestra carrera es larga, y lo que decimos hoy puede resultar positivo, pero no con el paso del tiempo. En ese sentido, conviene tener cuidado, por ejemplo, con las redes sociales. A veces tendemos a creer erróneamente que ciertas circunstancias de nuestra vida son méritos profesionales que pueden servir para conseguir un empleo, progresar o lograr un ascenso. Presumir de ello podría resultar nocivo para nuestra carrera.
Ego bueno, ego malo... qué pose es más eficaz
Es la actitud y no la aptitud la que determina nuestra altura profesional, y hay dos modos de hacer: la arrogancia o la humildad. Esta última tiene que ver con la capacidad para conocer las propias virtudes y limitaciones.
La arrogancia que nos lleva al autosabotaje nos aleja de la realidad. El ego en su justa medida puede ser hasta necesario, ya que nos pone en valor. A los empleadores suelen atraerles aquellos candidatos que muestran confianza en sus posibilidades y que están convencidos de que puede n realizar el trabajo que se les ofrece.
El ego bueno tiene su lado positivo en lo que se refiere a la autoconciencia, y a la habilidad para detectar las propias capacidades y el impacto que éstas generan. Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, explica que "un ego sano implica sentirse seguro de las propias ideas y dirección como para compartirlas con otros de una manera inspiradora, sin sentirse amenazado por comentarios o críticas". Y añade que no se puede confundir el ego -exceso de autoestima- con la visibilidad.
Siempre hay alguien del que podemos aprender. Dejar de hacerlo supone que ya no evolucionamos, y esto es un verdadero sabotaje a nuestra carrera, que queda paralizada. Hay que tener en cuenta que la learnability se considera hoy como una de las principales capacidades profesionales; una de las más valoradas y exigidas. Pérez insiste en que "el ego malo puede llevarnos a obstaculizar la corrección del rumbo y nos conduce al fracaso".
Rechazar ascensos y oportunidades
Algunas veces resulta fácil asumir psicológicamente que no estamos listos para un ascenso o que no sabemos lo suficiente para hacer un trabajo. En realidad, aprovechar las oportunidades implica hacer crecer nuestra carrera.
Conviene recordar que hay una ley no escrita que dice que o asciendes, o te vas. Pero también hay que tener en cuenta que a partir de unos ingresos anuales de 65.000 euros (US$64.812) , algunos estudios concluyen que no hay mayores consecuencias en términos de felicidad, y ésta se esfuma en pocos meses. Eso mismo ocurre con las promociones, y escalar posiciones no tiene por qué implicar que su actividad sea relevante y satisfactoria.
Hay quien encuentra sentido en las recompensas intrínsecas, que son las que nos damos a nosotros mismos, y que tienen que ver con aprender, formar parte de un grupo, ser útil en la organización, o sentirse reconocido.