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EE.UU. está decidido a seguir perforando conforme auge de esquisto resta poder en el mercado a la Opep

Bloomberg

Para la industria petrolera, una importante reducción de la producción de la Opep haría subir precios y ganancias y contribuiría a una mayor financiación de la innovación energética estadounidense. Por otra parte, si bien una respuesta más débil –o la ausencia de reacción- significaría mayor presión sobre las empresas de energía, la industria se ve cada vez más protegida como consecuencia de la creciente producción de América del Norte.

“La industria petrolera de los Estados Unidos continuará por su camino de crecimiento reduzca o no la Opep su producción”, dijo Daniel Yergin, vicepresidente de la firma consultora IHS Inc., que tiene sede en Englewood, Colorado, y autor de “The Quest”, que le valió un premio Pulitzer. “Conforme bajan los precios del petróleo, la industria estadounidense mejora sus conocimientos y se pone en mejores condiciones que hace dos o tres años para hacer frente a menores precios”.

La calma de los productores estadounidenses ante el derrumbe de los precios del petróleo es una muestra de la confianza que han adquirido al poner fin a seis décadas de dominio del mercado por parte de la Opep mediante tecnología de extracción de petróleo de formaciones de roca a precios de apenas US$40 por barril. El auge del esquisto ha colocado a la industria petrolera de los Estados Unidos en la posición más fuerte desde que la Opep empezó a utilizar su poder de fijación de precios a principios de la década de 1970.

Los inversores toman nota, y en los últimos 10 días han vuelto a destinar dinero a productores de esquisto luego de que las acciones cayeran un promedio de 20% desde julio.

Menor vulnerabilidad
Más allá de la capacidad de las compañías productoras de seguir siendo rentables con precios más bajos, la economía estadounidense es, en líneas generales, menos vulnerable a las decisiones que pueda tomar la Opep. Un desplazamiento de industrias como la siderúrgica hacia servicios como los de salud ha contribuido a que la economía sea menos dependiente que nunca del petróleo y el gas natural, según datos gubernamentales recopilados desde 1950.

Desde el embargo petrolero árabe de 1973, la primera gran conmoción producto de la coordinación de la Opep, la cantidad de petróleo y gas consumida en los Estados Unidos para generar US$1 de producto interno bruto se ha reducido un 64%. Los Estados Unidos importaron en agosto un promedio de alrededor de 4,8 millones de barriles por día de crudo y productos petroleros, una declinación de 24% respecto de 1986, el año en que las operaciones de Arabia Saudita sobre el mercado llevaron los precios por debajo de los US$10 por barril, un golpe devastador para los productores estadounidenses.