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El Banco Central Europeo mantiene tasas sin cambios

Reuters

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Con las tasas profundamente en territorio negativo y una impresión de dinero a ritmo máximo, el BCE espera revivir la inflación y el crecimiento en una región debilitada por casi una década de problemas económicos y crisis.

Pero sus medidas no convencionales, no probadas anteriormente y en varias ocasiones polémicas, siguen siendo vistas como insuficientes.

Por eso se espera ampliamente que el BCE ofrezca aún más estímulo antes de fin de año, ya que los gobiernos por años han fracasado en hacer su parte para levantar el ritmo de expansión de la actividad.

El BCE mantuvo su tasa de depósitos en -0,4 por ciento, cobrando a los bancos por dejar su dinero a un día, y dejó también sin cambios la principal tasa de refinanciación, que determina el costo del crédito en la economía, sin cambios en 0,00 por ciento.

También mantuvo a marzo como la fecha final para sus compras de activos, con la salvedad de que el esquema podría extenderse si no repunta la inflación.

Si bien algunos esperaban una extensión de seis meses el jueves, la decisión estaba totalmente descontada por los mercados para fin de año.

Reiterando su habitual orientación a futuro, el BCE agregó que las tasas continuarían en sus niveles actuales por un período extendido o bajarían, una posición que busca asegurar a los inversores de que cualquier reversión de las tasas está a años de distancia.

Tras el anuncio de tasas del BCE, los mercados se centraban en la conferencia de prensa que dará a las 1230 GMT el presidente de la entidad, Mario Draghi, en la que revelará nuevas proyecciones para el PIB y la inflación.

Si bien el crecimiento y la inflación siguen anémicos, el BCE necesita ejercer paciencia pues ya agotó gran parte de su poder de fuego, quedando con instrumentos que pueden tener efectos colaterales significativos.

No obstante, probablemente sea cuestión de meses para que vuelva a aliviar la política, reconociendo que la inflación simplemente no se acelerará, pese al crédito libre a los bancos, las tasas de interés en mínimos históricos y una impresión de dinero que asciende a 1,2 billones de euros (1,35 billones de dólares) en el último año y medio.

Con una desocupación en torno al 10 por ciento, gobiernos que evitan aumentar el gasto para poder lidiar con una montaña enorme de deudas y compañías que producen muy por debajo de su potencial, el crecimiento no puede despegar, lo que a su vez limita la inflación.