El FMI alerta que grandes inversionistas no han medido riesgos del cambio climático
domingo, 3 de septiembre de 2023
Morgan Stanley calculó que en el agro están los desafíos porque los cultivos más buscados se ubican en zonas que podrían desaparecer
Expansión - Madrid
El mundo es cada vez más vulnerable a fenómenos meteorológicos extremos y conviene recalibrar el valor de los activos para evitar un 'momento Minsky': la corrección repentina de valores insostenibles.
El mundo se tambalea por olas de calor, incendios forestales y lluvias que baten récords. Inundaciones devastadoras han asolado el norte de China. Los incendios forestales han arrasado Canadá, el sur de Europa y la isla hawaiana de Maui.
El coste humano de estos desastres, que según los expertos son cada vez más comunes y más intensos debido al cambio climático, se puede contar con las miles de vidas perdidas. Pero también se puede medir en valor económico destruido y potencialmente creado, a medida que los gobiernos cambian las políticas para contener o mitigar la crisis climática.
En un mundo que se está volviendo rápidamente vulnerable a los fenómenos meteorológicos extremos, también es necesario recalibrar las suposiciones obsoletas sobre el valor de los activos.
El gran peligro es un momento climático Minsky, el término para una corrección repentina del valor de los activos porque los inversores se dan cuenta de forma simultánea de que esos valores son insostenibles.
Hasta ahora, las empresas y los inversores han prestado poca atención a los efectos físicos del cambio climático y más al coste y el riesgo de la descarbonización, ya que el mundo intenta limitar el aumento de las temperaturas globales. El primero se analiza con la mitad de frecuencia que el segundo en las divulgaciones corporativas de EE.UU, según el grupo de expertos Brookings .
Las acciones no han valorado los riesgos del cambio climático, según demuestran las investigaciones del FMI y otros. La percepción de que riesgos como el aumento del nivel del mar son remotos es una explicación. Otra es la dificultad de mapear las interacciones entre la economía y las emisiones de gases de efecto invernadero.
El premio Nobel William Nordhaus, que empezó a modelar el cambio climático en 1975, lo describe como el problema más espinoso de todos. En comparación, evaluar el coste de reducción es "algo simple", dice. Una enorme potencia informática está intentando resolver el enigma.
Cálculos para una cartera
El grupo de datos Cambridge Econometrics y Ortec Finance recientemente hicieron cálculos para Singapur. El horizonte de inversión a largo plazo del fondo soberano (y la vulnerabilidad del estado a las inundaciones) lo hacen inusualmente consciente de los riesgos climáticos. Quería saber cómo le iría a una cartera compuesta por un 60% de acciones globales y un 40% de bonos bajo diferentes políticas climáticas.
En un escenario de "cero emisiones netas" que implicara una descarbonización ambiciosa, los rendimientos acumulados durante 40 años serían un 10% más bajos que en una base de referencia que supone que no hay cambio climático.
El resultado más pesimista fue el de una "transición fallida" que encamina al mundo hacia un aumento de más de 4°C para 2100 respecto a los niveles preindustriales. Los rendimientos acumulados serían entonces casi un 40% inferiores a los de referencia, aunque algunos creen que el resultado podría sería mucho peor, dados los niveles desconocidos de perturbación que tal aumento podría desencadenar.
Los inversores "podrían sorprenderse por el bajo rendimiento" de la cartera hipotética, afirma el fondo soberano. El mensaje es claro: los inversores ignoran los riesgos climáticos a largo plazo bajo su propia responsabilidad.
Agricultura
La agricultura es uno de los sectores más vulnerables. Morgan Stanley calculó el año pasado que al menos 44% de la producción de trigo, 43% de la de arroz, 32% de maíz y 17% de la producción de soja proceden de zonas en riesgo. Los desastres inducidos por el cambio climático podrían poner en peligro al menos 314.000 millones de dólares de producción anual.
Las empresas que analizan los riesgos climáticos están alerta ante la posibilidad de que se disparen los precios de las materias primas.
Unilever estima que los fenómenos meteorológicos extremos podrían aumentar los precios del aceite de palma entre un 12% y un 18% para 2050, dependiendo de cuánto se pueda limitar el aumento de las temperaturas; y otros alimentos básicos, entre un 14% y un 21%.
El impacto se distribuiría de manera desigual. Algunos países fríos podrían volverse más productivos. Ciertos cultivos ya han migrado hacia el norte, a climas más fríos. Las temperaturas más cálidas ayudaron a Rusia a convertirse en el principal exportador de trigo del mundo la década pasada. Antes de la guerra en Ucrania, los científicos la denominaron, junto con Canadá, la nueva frontera agrícola global.
El cambio climático ha favorecido la aparición de viñedos en Reino Unido y Dinamarca.
La inseguridad alimentaria se ve exacerbada por la escasez de agua. La agricultura representa alrededor del 70% del consumo de agua dulce a nivel mundial, aunque en regiones como Asia puede ser mayor. Hay 2.000 millones de personas sin acceso a agua potable limpia y segura. Para 2030, se prevé que la demanda de agua dulce supere la oferta en un 40% .
Áreas que antes daban por sentado el agua, afrontan la escasez. "Para nosotros, en Europa, la escasez de agua era algo que les pasaba a otros y ahora nos está afectando a nosotros", dice Vincent Caillaud, director de Tecnologías del Agua en la francesa Veolia.
La industria también depende de unos recursos hídricos cada vez más escasos. Moody's prevé que la mitad de los activos globales del sector químico están expuestos al estrés hídrico. El uso del Rin por parte de la industria alemana para refrigeración y transporte se ve repetidamente amenazado por las sequías. Los bajos niveles de agua en 2018 redujeron los beneficios del gigante químico Basf en 250 millones de euros.
Activos líquidos
Demasiada agua puede causar tantos estragos como muy poca. Según Moody's, alrededor de una quinta parte de las factorías de informática y electrónica de Asia están en zonas propensas a inundaciones. ON Semiconductors cerró una planta devastada por las desastrosas inundaciones de Tailandia en 2011. Las acciones preventivas reducen los riesgos. El mayor fabricante de chips del mundo, TSMC, ha elevado dos metros los cimientos de las nuevas plantas de fabricación en Taiwán.
De todos los riesgos climáticos, las inundaciones son las más sencillas de analizar. Pero eso no significa que tengan un precio. Una investigación reciente sugiere que las propiedades residenciales de EEUU con riesgo de inundación están sobrevaloradas entre 121.000 millones y 237.000 millones de dólares. En algunos condados que bordean las costas del Golfo y del Atlántico las propiedades estarían sobrevaloradas más de un 10% en promedio, y sus propietarios se consuelan falsamente con mapas federales de inundaciones obsoletos y seguros subsidiados por el Gobierno.
Los incendios forestales son otra fuente de creciente ansiedad. Lo destacó recientemente Dave Burt, uno de los inversores bajistas que anticipó el caos en el mercado de hipotecas de alto riesgo de EE.UU. en la década de 2000. Ante un comité del Senado, dijo que las primas de seguro para la protección contra incendios forestales fueron de solo 1.500 millones en 2021; los daños fueron seis veces mayores. Un movimiento de las aseguradoras para cerrar esa brecha podría provocar una caída de hasta 495.000 millones en el valor de las propiedades, dijo.
Teniendo en cuenta los ciclones y riesgos crónicos como la sequía, el calor y el aumento del nivel del mar, San Francisco emerge como una de las áreas económicamente más expuestas, según Moody's.
Las consecuencias para los altísimos valores inmobiliarios del área de la Bahía y su base impositiva serán significativas. A nivel mundial, es probable que el movimiento de personas que se alejan de las áreas más afectadas escale.
Más de 20 millones de personas al año en promedio han sido desplazadas por eventos relacionados con el clima extremo desde 2008. Para 2050, hasta 1.200 millones podrían verse desplazadas por el cambio climático, según el Instituto para la Economía y la Paz.
Los bonos soberanos ya están registrando las consecuencias financieras de estas tendencias. Las naciones que enfrentan un mayor cambio por los riesgos físicos pagan márgenes más altos para financiar deuda a largo plazo, según el FMI. Sugiere que los inversores en bonos tienen más incentivos para poner precio a los riesgos climáticos porque es más probable que los activos de infraestructuras de un país acreedor se vean directamente afectados.
Rating y cambio climático
Una simulación del efecto del cambio climático en las calificaciones crediticias soberanas de 109 países sugirió que las rebajas por el clima podrían darse ya en 2030. China e India se encuentran entre los que afrontan mayores recortes de solvencia.
Los daños ser mitigarán con las defensas. Los diques han protegido con éxito Países Bajos, que se encuentra en gran parte bajo el nivel del mar. Gastar 50.000 millones al año contra inundaciones en las ciudades costeras podría reducir las pérdidas esperadas de 1 billón a unos 60.000 millones en 2050, según los analistas.
Cuanto más rica sea la región, mayores serán las posibilidades de defensa adecuadas. S&P ha actualizado la nota de los bonos de Miami a AA sobre esta base, a pesar de que la ciudad espera que el nivel del mar aumente hasta 53 centímetros para 2070.
Los inversores y empresarios expertos en clima están detectando oportunidades a medida que las industrias y los países buscan adaptarse. Las innovaciones para mitigar el impacto de la futura escasez de agua son un asunto importante. Gradient, una empresa con sede en Boston que ha diseñado formas novedosas de tratar las aguas residuales industriales, se convirtió en la primera empresa emergente de tecnología del agua en lograr una valoración de mil millones de dólares este año.
La desalinización actualmente cubre solo el 1% de la demanda mundial de agua dulce. Se espera que el mercado crezca casi un 9% anual hasta 2027, según la consultora Technovia. El sector minero está explorando su uso. También países como Reino Unido, Francia e Italia, que aún no utilizan la desalinización de forma significativa.
"La escasez de agua y la situación [climática] que se ha cristalizado en los últimos años están impulsando el despliegue de estas tecnologías", dice José Díaz-Caneja, presidente del negocio de agua de Acciona. Pero los costes siguen siendo relativamente altos y la eficiencia es baja. Un metro cúbico de agua desalinizada puede costar entre 40 céntimos y un dólar, frente a los 10 a 25 céntimos del mismo volumen de agua del grifo normal. Su uso para riego está limitado ya que gran parte de las tierras agrícolas están lejos de la costa donde se ubican las plantas desaladoras.