Globoeconomía

Fue vendido el Ferrari 250 GTO Berlinetta del año 1962 por US$38 millones

Ripe

La casa americana de subastas Bonhams colocó ayer un Ferrari 250 GTO Berlinetta del año 1962 por US$38 millones. Lo hizo en el marco del Concurso de Elegancia que se celebra anualmente en Pebble Beach (California).

Las estimaciones más optimistas de los expertos apuntaban a que esta joya clásica sobre ruedas podría haber alcanzado los US$75 millones. Sin embargo, el precio final se acercó más a la horquilla que Bonhams había previsto, de entre US$30 y US$40 millones.

A pesar de no acercarse a esa cifra tan astronómica, los US$38 millones pagados por este Ferrari lo convierten en el vehículo clásico más caro jamás vendido en una subasta pública. Este caballino rampante destrona al Mercedes Benz W196 con el que corrió Juan Manuel Fangio en la temporada de Fórmula 1 de 1954 y que se vendió el año pasado, también en Pebble Beach y por Bonhmans, por US$29,65 millones.

Sin embargo, los US$38 millones pagados por este Ferrari 250 GTO Berlinetta de 1962 quedan lejos de los US$52 millones que se cree que pagó un anónimo por otro Ferrari 250 GTO de 1963 en una operación entre particulares.

De ahí el debate. Las casas de subastas afirman que los vehículos que ellas ofrecen en subasta pública son los más caros porque el precio pagado es público y real. Aluden que en las transacciones privadas, realmente no se hace público el contrato de la operación, ni por tanto la cifra exacta pagada por alguna de estas joyas automovilísticas.

Discusiones aparte, los analistas que manejan las inversiones de los multimillonarios en artículos de lujo consideran al Ferrari 250 GTO de 1963 por el que se pagaron 52 millones como el vehículo más caro de la historia.
Los coches clásicos son un valor refugio ante el retardo de la ansiada recuperación económica. Según la consultora británica Knigt Frank, la rentabilidad de los artículos de lujo, referenciados al oro y al Footsie 100 (el índice bursátil londinense), es del 28% a doce meses, mientras que a cinco y diez años llegan a duplicar la rentabilidad del oro.