Venezuela

La hiperinflación amenaza con diluir el ingreso de las familias venezolanas en 2026

Bloomberg

El FMI prevé que la inflación repunte drásticamente hasta 682% en 2026 y la carestía tendrá lugar mientras el PIB se contrae

Juan Camilo Quiceno

Mientras el oficialismo ha tratado de dirigir la atención hacia algunos índices que hablan de crecimiento industrial, los análisis y mediciones independientes contrastan con las cifras divulgadas por entidades estatales y ponen la lupa en el costo de vida para 2026.

El Fondo Monetario Internacional, FMI, por ejemplo, prevé que la inflación repunte drásticamente hasta 682% en 2026. Esta elevado nivel en el Índice de Precios al Consumidor coexistirá con una contracción del producto interno bruto, PIB, de 2% en 2025.

Esta marcada diferencia, según los economistas independientes, indica una recuperación hipercentralizada y asimétrica. Los ingresos generados por el petróleo y la minería benefician primariamente a la élite. Estos ingresos le permiten al régimen cubrir sus costos operativos y de seguridad. Sin embargo, no se traducen en mejora sustancial en la economía real del ciudadano común.

Las previsiones apuntan a que la lucha diaria por la supervivencia económica se agudizará debido a la contracción del PIB y la persistencia de la alta inflación. El colapso sistemático de los servicios públicos se mantendrá.

Esto requiere adaptación constante a las fallas de infraestructura en el país. El acceso a divisas (la dolarización de facto) seguirá siendo esencial para preservar el valor de los ahorros y efectuar transacciones críticas.

Aunque el escenario base es el más probable, la posibilidad de un peor escenario (escalada militar) tiene un riesgo significativo (20%-30%). Si ocurriera un error de cálculo en las operaciones navales estadounidenses, la situación colapsaría aceleradamente.

En este caso, un bloqueo naval cortaría instantáneamente los suministros esenciales, elevando la crisis humanitaria a un nivel de catástrofe. La hiperinflación superaría con creces ese 682% proyectado, y el bolívar colapsaría totalmente.

La respuesta interna del régimen ante el caos y la movilización militar sería represión para mantener el orden. La crisis de desplazamiento migratorio se agravaría exponencialmente.

Por el contrario, el mejor escenario (transición negociada), aunque de baja probabilidad (5%-10%), traería estabilización económica progresiva. Esto frenaría la tendencia hiperinflacionaria y mitigaría la diáspora, ofreciendo la primera señal de esperanza real.

La economía venezolana bajo el escenario base es como un auto que intenta subir una colina con el freno de mano puesto. Aunque el motor (el sector petrolero) empuja y genera ingresos, la presión constante (el freno de mano, o la coerción externa e ilegitimidad interna) hace que el progreso sea lento, doloroso, y que la mayoría de los pasajeros (el ciudadano común) terminen empobrecidos y exhaustos, sin alcanzar nunca la cima de la estabilidad.

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