Ecuador

La historia de siglo XIX detrás de la tradición de la quema del Año Viejo en Ecuador

Bloomberg

La tradición parece haber surgido de una mezcla de influencias culturales, que incluyen rituales europeos basados en figuras simbólicas y fuego

Santiago Arrieta

La quema del Año Viejo en Ecuador, una de las tradiciones más representativas de la despedida de fin de año, tiene un origen histórico que se remonta al Guayaquil de finales del siglo XIX. La primera referencia documentada describe una celebración que combinaba sátira, ritual y teatralidad, muy distinta a la versión masiva y extendida que hoy se vive en todo el país.

Según ese registro temprano, la despedida del año se realizaba mediante un cortejo fúnebre simbólico, en el que un muñeco artesanal representaba al año que terminaba. El monigote era cargado por personas enmascaradas que recorrían las calles en medio de un ambiente festivo, ruidoso y burlesco, parodiando un funeral. La procesión culminaba con la quema del muñeco, acompañada de fuegos artificiales y celebraciones colectivas que marcaban el paso al nuevo año.

Este primer antecedente resulta particularmente llamativo porque ocurrió poco tiempo después de un gran incendio que había afectado gravemente a la ciudad. Aun así, el fuego fue utilizado como elemento central del ritual, no como símbolo de destrucción, sino de cierre, renovación y catarsis colectiva. La práctica reflejaba una manera popular de dejar atrás lo vivido y abrir espacio a un nuevo comienzo.

La tradición parece haber surgido de una mezcla de influencias culturales, que incluyen rituales europeos basados en figuras simbólicas y fuego, adaptados al contexto local y resignificados por los sectores populares. Desde sus inicios, la quema del Año Viejo no fue una celebración de élites, sino una expresión callejera, participativa y profundamente ligada a la vida cotidiana de la ciudad.

Con el paso del tiempo, este ritual fue evolucionando e incorporó nuevos elementos que hoy son parte esencial de la celebración, como los testamentos satíricos, los disfraces y la figura de las viudas. Sin embargo, su esencia sigue siendo la misma: un acto colectivo que combina humor, memoria y simbolismo para despedir el año que termina y dar la bienvenida al que comienza.

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