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Los laboratorios pasaron de héroes por las vacunas, a villanos por lucha de patentes

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La industria farmacéutica intensifica sus esfuerzos de lobby desde que Biden respaldó la suspensión de los derechos de propiedad intelectual

Cronista - Buenos Aires

Cuando Joe Biden recorrió la planta donde Pfizer fabrica las vacunas contra covid-19 en Kalamazoo, Michigan, a principios de este año, su visita pareció marcar un deshielo en las relaciones entre Washington y las grandes compañías farmacéuticas.

"Quería venir acá, Albert, para darte las gracias a vos y a todos los trabajadores", dijo el presidente estadounidense a Albert Bourla, CEO de Pfizer, en febrero pasado.

Semanas más tarde, Bourla recibió un reto de Katherine Tai, la representante de comercio de EE.UU., durante una comunicación para discutir si la administración debía respaldar la iniciativa de suspender los derechos de propiedad intelectual para las vacunas contra el covid-19.

Katherine Tai, la representante de comercio de Estados Unidos
El tono de ese llamado, seguido de la decisión de apoyar la propuesta de suspender las patentes en la Organización Mundial del Comercio, despertó preocupación en la industria farmacéutica, que teme perder el capital político acumulado durante la pandemia en un momento crucial de su lucha contra el control de los precios de los medicamentos en Estados Unidos.

"Un día, el presidente elogia a Bourla por fabricar vacunas que ayudarán a terminar con la pandemia, y al día siguiente, uno de los altos funcionarios de Biden le reprocha no haber entregado vacunas a la India, a pesar de que las dosis de Pfizer no ha sido aprobadas en ese país", comento una persona con conocimiento de dicha llamada. "Eso sacudió un poco a la industria".

Los laboratorios de medicamentos estadounidenses han sido blanco de críticas políticas durante años, se los acusa de exacerbar la epidemia de opioides en Estados Unidos y de hacer que sus tratamientos sean inaccesibles para millones de estadounidenses.

Muchos en la industria esperaban que su respuesta a la pandemia ayudara a convencer a los políticos y al público en general de que Estados Unidos se beneficia teniendo una industria farmacéutica bien financiada y con los derechos de propiedad intelectual fuertemente protegidos.

El país ha llevado a cabo una de las campañas de vacunación contra el covid-19 más rápidas del mundo, en gran parte gracias al suministro constante de vacunas fabricadas por Pfizer y su rival más pequeño, Moderna.

"La vacuna contra el covid-19 es una prueba de lo poderosa que es combinación de la ciencia de vanguardia y el sector privado", dijo Sally Susman, directora de asuntos corporativos de Pfizer.

El público opina igual. Las encuestas realizadas por The Harris Poll revelan que la aprobación de la industria farmacéutica casi se duplicó; pasó de 32% en enero del año pasado a 62% en febrero de este año.

Pero la decisión de apoyar la iniciativa en la OMC de liberar las patentes de las vacunas contra el covid sugiere que la administración Biden no está del todo convencida de los argumentos esgrimidos por el bien financiado ejército de lobbistas que tienen los laboratorios de medicamentos.

"El hecho de que la administración Biden esté dispuesta a apoyar la suspensión de las patentes demuestra que el argumento ha cambiado y que la industria farmacéutica no va a ser tan fuerte como en el pasado", dijo Michael Carrier, profesor de derecho de la universidad Rutgers de Camden, Nueva Jersey.

La industria gasta mucho más en lobby que cualquier otra: más de US$92 millones este año, según las cifras recopiladas por el Center for Responsive Politics (CRP), con sede en Washington. Es más del doble de lo que invierte el sector electrónico, que es el siguiente que más dólares le destina al lobby.

También dona generosamente, y cada vez más, a los demócratas. Las cifras del CRP muestran que 2020 fue el primer año en que la industria donó significativamente más a los candidatos demócratas que a los republicanos.

Pfizer aportó US$1 millón al fondo inaugural de Biden, aunque el dinero no compró el tipo de acceso de alto nivel de años anteriores debido a la naturaleza virtual de muchos de los eventos vinculados a la asunción como presidente.

La industria está abocada principalmente a dos temas en Washington: la propuesta de la OMC de suspender la propiedad intelectual y la legislación para dominar los precios de los medicamentos.

En cuanto a la primera, las compañías quieren limitar el alcance de cualquier liberación de patentes. En cuanto a la segunda, quieren frenar un proyecto de ley que permitiría al gobierno negociar los precios de ciertos medicamentos bajo receta que consumen los ancianos cubiertos por el programa Medicare financiado por el estado.

Muchos grupos de presión esperan que Biden se muestre receptivo a los argumentos de la industria, en parte porque trabajó muy de cerca con las compañías farmacéuticas como vicepresidente cuando impulsó la iniciativa Cancer Moonshot para reunir y aplicar todo el conocimiento sobre la enfermedad.

Pero no necesariamente están obligados a ganar el round con el presidente. Con las dos cámaras del Congreso finamente equilibradas, un puñado de partidarios demócratas podría aplastar las reformas que proponen aquellos que se ubican a la izquierda del partido.

"No necesitamos mucha gente para bloquear la HR3", dijo un lobista de la industria, refiriéndose al proyecto de ley que permitiría al gobierno negociar algunos precios de los medicamentos. "Las 10 personas que firmaron esa carta podrían ser suficientes para conseguir lo que queremos".

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