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No aceptar los resultados sería costoso para Trump

Reuters

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El candidato aseguró que le preocupa que los comicios estén amañados en favor de su rival demócrata, Hillary Clinton, y en el debate del miércoles pasado no dijo si aceptará el resultado.

Antes de llegar a los tribunales, lo más normal sería que Trump pidiera un recuento, señaló Donald Brey, un abogado electoral republicano en Ohio que aseguró que lo más probable es que un juez desestimara el caso si no se agotan primero las vías extrajudiciales.

Las reglas de los recuentos varían entre estados. Carolina del Norte, por ejemplo, no permite solicitarlo si un candidato tiene una ventaja de más de 0,5% del total de votos. En Wisconsin, el aspirante que pide el recuento debe pagar por completo el proceso si la diferencia de sufragios supera 0,25%, umbral que sube hasta 0,5% en Colorado.

Según Michael Maistelman, un abogado electoral que representó al candidato perdedor en 2012, los funcionarios de una localidad de Wisconsin calcularon en US$13.000 el costo del recuento de unos 9.000 votos a principios de año, y en el estado votaron más de 3 millones de personas en las presidenciales de 2012.

Trump podría intentar presentar una demanda sin pedir un nuevo conteo, alegando por ejemplo un abuso de poder por parte de un funcionario electoral, según el abogado Troy McCurry, pero si el equipo del republicano no presenta pruebas un juez rechazaría la querella.

Pese a todo, cualquier demanda que superara los primeros obstáculos se enfrentaría a un futuro incierto. Con la Corte Suprema dividida entre jueces liberales y conservadores, los tribunales estatales o los de apelaciones podrían tener la decisión final.

En Pensilvania, Colorado y Florida, donde la mayoría de jueces tiene afiliación demócrata, Trump podría enfrentarse a un camino más difícil. Sin embargo, los tribunales de apelaciones de Ohio, Wisconsin y Iowa tienen un mayor sesgo republicano.

Trump podría hallar, incluso, obstáculos dentro de su propio partido, reticente a retar los resultados en un estado en el que, por ejemplo, se hubiera perdido la elección presidencial pero se hubiera ganado un escaño en el Senado por un estrecho margen.

Numerosos estudios han mostrado que las elecciones en Estados Unidos, que están descentralizadas y son organizadas por los estados, son en general limpias.

Eric Spencer, director electoral en Arizona, dijo que aunque puede haber casos aislados de fraude que deben ser investigados, las personas implicadas en el proceso proceden de todos los partidos políticos y trabajan con integridad.